Dos imágenes del gobernador de Guanajuato y del presidente municipal capitalino, titulares de administraciones cuestionadas, ponen en evidencia su frivolidad, justo cuando sus territorios son atacados violentamente.
Las imágenes que ellos quieren ofrecer es la de emprendedores ocupados en las relaciones internacionales, muy globalizadores. Pero en realidad resultan políticos globeros dándose la gran vida junto a familiares y achichincles a costa del erario.
Mientras ellos andan pavoneando sus plumajes, la criminalidad violenta, una vez más, la vida de los gobernados atenidos solo a sus fuerzas y quizá a las divinidades.
Podrán decir que han dejado a encargados en su ausencia, pero la evidencia es que la ausencia gubernamental es generalizada y permanente.
Palabras tan graves como secuestros, ejecuciones, sicarios y demás que se han instalado en nuestras bocas, a los gobernantes parecen no incomodar; lo que sí les cala es que se las restrieguen los medios de comunicación y los periodistas incómodos. Por eso dedican más tiempo a desmentir lo evidente y a atacar a los críticos.
Esa manera de entender y hacer la cosa pública, la tarea de gobernar, es la que cobija de impunidad a cuanto criminal la emprende contra la población.
La pretextada falta de leyes ha sido coartada para la inacción oficial. Y sus diputados, al uso y modo, solo atinan a crear más delitos y a endurecer las penas en la letra. Pretenden lavarse las manos con eso y echándole a otras autoridades sus culpas.
Cuando uno observa todo esto es que se repite la pregunta básica: ¿para eso quieren el poder? Pos estamos jodidos todos.
