Me disculparán, pero yo siempre he respetado a mis mayores. Les beso la mano y atiendo a sus consejos. Cosas del Bajío.
Si le pregunto a don Antonio Caso: ¿qué pasa con México?, su respuesta es: “Los problemas nacionales jamás se han resuelto sucesivamente. Como nuestras necesidades, a medida que pasa el tiempo, se acumulan y quedan sin satisfacción adecuada, la única solución posible es la trágica, esto es, la guerra civil. Otros pueblos, más felices que el nuestro, han ido resolviendo, por partes sucesivamente, como dijimos antes sus cuestiones políticas y sociales. México, en vez de seguir un proceso dialéctico uniforme y graduado, ha procedido acumulativamente. Por esta razón, a veces, la patria misma parece peligrar, si intenta buscar un término a sus desventuras consustanciales. Pero no ha dependido sólo de nosotros el que nuestros problemas se acumulen y nos dejen perplejos ante la realidad social y nos tornen revolucionarios inveterados. Causas profundas, que preceden a la conquista, y otras más, que después se han conjugado con las primeras, y todas entre sí, han engendrado el formidable problema nacional, tan abstruso y difícil, tan dramático y desolador”.
Y sí, sin orden ni concierto, todo lo queremos resolver violenta, “revolucionariamente”.
Por eso, no pelamos leyes, no aceptamos autoridades, no respetamos al prójimo, vamos al estadio pero no al futbol, votamos a los peores valiéndonos una pura y dos con sal, maltratamos a mujeres, niños, ancianos y a otros los demás que no son como creemos que deben ser. Somos de una sociedad, como todos sabemos, hijos de la chingada.