Si uno viera cuantos de los 46 municipios del estado guanajuatense tienen ya candidaturas para sus ayuntamientos, se creería que hay un panorama muy plural, partidariamente hablando.
Desde que el partido hegemónico fue forzado a abrirle espacios a la pluralidad, la simulación electoral ha jugado su papel propagandístico: se postula a cualquier hijo de vecino para que parezca que tal partido u otro ya crecieron. Los resultados en urnas evidencian la jugada.
De la capacidad organizativa que tenga cada participante depende la posibilidad de hacerse con el poder o, al menos, de parte de él. Si su partido quiere ganar el municipio, previamente ha construido lo necesario para hacerse de recursos humanos y financieros para movilizarlos a la hora de la hora. En cada sección debe haber gente decidida a mover lo necesario para hacerse notar en el territorio. Si no tiene nada de eso, lástima por sus nombres lanzados al aire.
Si nos fijamos en los partidos que han registrado oficialmente candidaturas municipales, tenemos que el PAN va por todo (solo o junto con otros); el Verde alardea con el segundo lugar en postulaciones con 44; el morena pudo 42 y MC, 36. Ya luego viene la chiquillería: PRI, 24; PT, 18 y PRD, 12. Pero ojo, postular no significa competir.
Nuestros partidos son meros trampolines, pero no órganos transformadores. Si los partidos políticos no tienen alguna organización afincada a pie tierra en cada demarcación electoral, su participación es simplemente testimonial. Construir partido no son enchiladas, joven.