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sábado, abril 26, 2025

Nuestro populismo de abajo

Dos incidentes reflejan el caldo hirviendo entre nosotros. Un día, un comensal de restorán chilango ve a unos conocidos políticos y les graba, al tiempo que les pregunta: ¿comieron bien? Y añade: porque cincuenta millones de mexicanos no. Otro día, cuando el desfile de la revolución, un alguien graba al ayuntamiento de Guanajuato marchando al tiempo que dice: -allí vienen esos corruptos y, en cuanto pasan frente a él, les grita ¡bola de corruptos! Ambos reportes se hicieron virales en las redes y aún en medios tradicionales con reacciones casi aclamatorias para los “valientes” que hicieron lo que hicieron.

Basta darse una vuelta por la palabrería expuesta por doquier para danos cuenta a las primeras del enojo que las profiere. El insulto generalizado a los de arriba por ladrones, aprovechados, que nomás miran por sí, que deciden cosas que duelen a los de abajo no tiene ni por qué cuestionarse. La frustración de los anhelos, de las esperanzas y de las expectativas son el combustible de la indignación.

El deseo construido vehementemente de ser y tener, de ambición, aspiración y afanes destruidos por la economía, por las decisiones oficiales y por el abandono generan hastío. Si el capitalismo del consumo obliga a comprar y a gastar dinero, la mayoría no puede colmar esa sentencia, ni en tiempo ni en modo alguno. Y cuando alguien se hace de un coche que le dará estatus por fin, le viene un gasolinazo que encabrona visceralmente. O negarse la tele de alta gama, junto al celular finolis, o la ropa de marca que no sea pirata o…

El “pueblo” en esas no ve quién se la hizo, sino quién la paga. Por eso el linchamiento es tan popular.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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