La expresión antifascista hecha famosa por La Pasionaria ha sido utilizada irónicamente por el ex gobernador Oliva contra sus contrincantes electorales; su pasión es impedir que nadie les quite a los suyos Guanajuato, ni propios ni extraños. Y para todos ese “¡No pasarán!”.
Ese lema es consigna irreductible que denota el “Hemos pasado” propio del franquismo y actualizado por los cristeros de por acá, tan redivivos y reforzados por la cultura política autoritaria asimilada del priismo histórico.
Es, además, ese disimulo acompañado de la burla encubierta: Guanajuato se dedica a la alquimia electoral y así se ha mantenido todo desde que se les obsequió en 1991. Por eso siempre andan en campaña, por eso nunca culminan el encargo.
Si en 2006 se hicieron con más de un millón de votos, ahora van por el millón 200 mil; y saben cómo hacerle: dinero a manos llenas y sin fiscalización molesta; control absoluto de poderes, ayuntamientos y organismos; complicidades interesadas de los dueños del dinero; ayuda traidora de más de uno; y, sobre todo, ausencia de opositores. Así ni como pasar.
Las enclenques franquicias partidarias no sirven ni para ponerse de acuerdo en sus entrañas. Todo mundo pelea a muerte las primeras posiciones proporcionales, las que van cinchas para meterse a algo, lo que sea: sacar pa’l chivo político al menos. Puras migajas caídas de la gran mesa de mantel blanquiazul.
Otra vez pasa que un gobernador guanajuatense abandona el cargo para irse a la campaña electoral. Y Oliva va a hacer lo que se supone sabe hacer: alquimia para permanecer, sea como sea.
