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sábado, abril 20, 2024

Orfandad tricolor

 

El priismo guanajuatense no tiene padre ni madre, ni perro que le ladre. Desde 1991 fue echado a su suerte, y esa ha sido la del segundón, la de siempre perder ante los que se quedaron con sus mañas.

Una y otra vez como el chinito nomás milando cómo se las gastan los beneficiarios de su cultura: todos los puestos para los leales, las nóminas para cooptar, las redes en colonias y pueblos para acarrear, empresarios para adquirir ganancias, poderes partidizados férreamente y elecciones oficiales sin dejo de competencia. La hegemonía feliz construida en el siglo pasado y que ya se prolonga hasta este veintiuno, con una sola variante: que está pintada de azul. Y ni pa’ cuando.

Mártires de su dictablanda, no han sido capaces de autonomizarse y emprender un camino propio; no está en su adn político. Cuando más, algún espasmo anticentralista. Pero ni desde Colosio hasta acá, nadie los pela con afanes militantes: Guanajuato se escrituró para el yunquismo. La derechización del priismo de nada ha valido, ni siquiera los juntan para el reparto de las indulgencias terrenales.

Ahora, cuando creían ver en el peñanietismo su milagro salvador, cuando iban en procesión a Toluca como si a Chalma a bailarle al santo niño, cuando esperaban subirse al carro del porvenir, resulta que puro desdén. El momentum del irreversible se ha ido despeñando y nadie toma una decisión para postular a alguien, el que sea, para Guanajuato.

Peña Nieto se hizo de la candidatura mediante pagarés: dio a manos llenas para elecciones estatales; toca cobrar y con intereses. Al priismo guanajuatense no le puede exigir porque nada le ha dado. No hay dando y dando. Los de acá poco tienen y él necesita mucho. Guanajuato, se sabe, es alquimia blanquiazul que hace aparecer votos como si de chistera se sacaran. El PRI no puede bloquear eso. Así, cuál quid pro quo. Se van a tener que rascar, otra vez, con sus propias uñitas.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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