En tiempos pandémicos, el elemento vital es el oxígeno, ese elemento que escasea angustiosamente.
Pero también tenemos otra epidemia en marcha: las elecciones dañadas por sus actores.
En marabunta se están presentando a los partidos quienes quieren alguna de las posiciones en juego. Todos esos buscan su oxígeno político. En México, ya se sabe, vivir fuera del hueso es vivir en el error.
Desde luego, no todos los pretensos van a lograr algo, por eso vemos el deporte nacional en apogeo: chapulinear de un membrete a otro. Es encontrar aunque sea una bombona oxigenante.
Los cadeneros partidarios dejan entrar a quienes tienen prendas lucidoras y a quienes ya son miembros VIP. Adentro, los mandones deciden quien sí y quién no baila. Puede entenderse que habrá muchas frustraciones y hasta rencores enconados.
Los partidos-franquicia, todos sin excepción, buscan la mayor cantidad de oxígeno vivificante. Unos, los más raquíticos, con el porcentaje que les mantenga tienen. Los otros, los del poder real, quieren vivir más y mejor para lograr sus metas, cualesquiera que sean.
La búsqueda será febril. Pero el oxígeno escasea y mata su ausencia. ¿Cuántos sobrevivientes quedarán allá por mediados del año? Todos esos zombis nos ofrecerán el oro y el moro a cambio de nuestro oxígeno: nuestros votos.
