No deja de alucinarme el discurso vertido estos tiempos del profesorado alborotado.
Para empezar, la imaginería que identifica a los profes tiene a guerrilleros cubriendo al país: Arturo Gámiz, Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas.
Luego, su definición: “La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) es una organización de masas conformada por los trabajadores de la educación democráticos del país, independientemente de la burguesía y su estado, del charrismo sindical y de cualquier organismo político…lo fundamental, es que estén dispuestos a luchar por sus intereses de clase, por la solución de sus demandas económicas, sociales, laborales, profesionales y políticas”.
Y su entorno apoyador: Cualquier anti que exista, incluidos destacadísimos miembros de partidos políticos legalmente registrados.
¿Por qué todos ellos decidieron irse a los hechos para forzar causas? Porque están “cansados de luchar en la legalidad”. Esa y la democratización son cansadísimos caminos.
Al deslindarse de la burguesía y de su Estado y de todo aquello que se les ligue, la confrontación deviene necesaria.
La guerrilla, la desobediencia, la resistencia, la insurgencia han de quedar frente a la represión, al autoritarismo oficial, a las negociaciones y a la democracia liberal. El pueblo contra sus explotadores, incluidos los gobiernos de izquierdas y sus pactos.
El asunto es que ese guión lo he conocido desde los años sesenta. Y no ha modificado ni las cansinas consignas.
¿Acaso nada hemos cambiado en este mundo como para aprender que una historia mal trazada lleva al fracaso?
