Suenan chistosísimos los políticos panistas que se lanzan hacia el derecho penal flamígeramente para amenazar al que se robe una batería con la mano dura para no salir de la cárcel.
Ellos, como muchos otros convenencieramente, no quieren saber que el mal gobierno recurre a la amenaza. El que no sabe o puede gobernar, luego va hacia el endurecimiento penal.
Si la realidad es que la inseguridad se acrecienta, pues a hacer leyes más duras para someterlas; a la inseguridad y a la realidad, que pa’ todos hay.
Llevan un cuarto de siglo encargados de este territorio llamado Guanajuato; no dejan que nadie se meta en él; ellos deciden quién sigue en la lista de gobernadores y, sobre todo, han hecho de aquí un terreno minado con sus “valores”. Medina, Fox, Romero, Oliva y Márquez (sin contar al malogrado Martín Huerta), todos en su momento y a su vez, han debido dejar las cosas ordenadas para que este territorio por ellos usufructuado ya fuera generoso para la convivencia. No ha resultado así.
La desigualdad y la pobreza están a la vista de todos; la inseguridad económica prohija inseguridad pública; la gente acrecienta esa idea perversa de vengarse: lincha y agrede al sospechoso de ser malandro y son continuos los llamados para que los armados salgan a las calles. Maniatados por su inacción, su negativa a creer que algo anda mal y con la soberbia del caso, los políticos solo atinan a lanzar amenazas del código penal.
Llenas están las cárceles horrendas del pobrerío; largos años se han documentado las prácticas policiacas contrarias a los derechos humanos, ingentes inversiones en cuanta ocurrencia oficial disque para atajar la inseguridad y tecnologías que nomás nada; y nada, que crece y crece el monstruo que se niegan a aceptar como suyo: -Cucaracha que se nos cuela.
Ah, la tierra prometida como el reino del cristo resulta ser metáfora del calvario que tenemos que sufrir los de a pie, mientras ellos, los responsables, se lavan las manos camino del siguiente proceso electoral que ya vislumbran…