Nunca será suficiente repetir que hacer policía es hacer política. Tan mala como sea nuestra policía, mala será nuestra política.
Los funcionarios públicos solo pueden ver dos cosas referidas a las policías: salarios y capacitación. Y ni unos ni otra están a la altura de las necesidades. El gobierno del estado se propuso llegar a la meta de los 12 mil 600 pesos salariales para este año corriente. Eso para modificar las condiciones salariales de los elementos policiacos. 6mil 300 pesos de quincena. Habría que revisar las prestaciones más allá del salario: seguros médicos y de vida, vivienda, créditos, becas, dentaduras y ojos, familias protegidas: ¿cuánto va?
Con ese salario-meta seguiremos teniendo elementos desvalidos, sobre todo cuando se les maltrata con cuotas para los jefes, comidas chafas, horarios infames, pago de equipo y armamento, etcétera. Quedarse en el dinero y en marchar como cadetes no es construir policía. Hay dos condiciones, entre otras, que debieran considerarse: la historia narrada, compartida socialmente y la experiencia en la vigilancia comunitaria. ¿Qué piensa la sociedad de los policías? ¿Se les respeta por su historial y por su servicio a la comunidad? ¿Tienen la confianza ciudadana en su actuar? ¿Se les considera autoridad, y la más próxima? ¿Es una profesión valorada?
Duele saber que nuestros policías no son respetados, son insultados, agredidos, menospreciados y hasta asesinados: Guanajuato ocupa el primer lugar nacional en policías asesinados. ¿Por qué?
Resulta evidente que nos urge acercarnos a ellos, confiarnos mutuamente la integridad y escribir otra historia que nos enorgullezca. Pero con tales políticos…
