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domingo, abril 20, 2025

Piñatota

Los juegos políticos ya están a todo lo que dan. Juegos que importan a sus participantes y menos a los demás, a los que nomás los miramos.

En este país que no quiere leyes, los que pelean el poder hacen de todo al margen de las normas que ellos mismos inventan. En el gran juego del poder lo que sirve para agandallárselo vale para todo y para todos. No importa el color. Todos son iguales a la mera hora.

Dicen las leyes que las cosas electorales comienzan hasta que el árbitro lo indica. Pero nuestros árbitros están pasmados. Ven a los jugadores hacer de todo en las canchas que ellos mismos se habilitan. Por eso vemos cualquier cantidad de anuncios en todo tipo de soporte: bardas, espectaculares, anuncios mediáticos y, por supuesto, en redes. Y todo eso cuesta un dineral. No por nada los que se dedican a venderles a los políticos lo que sea para promoverse hacen su agosto. Una gran industria esa de pelear el poder.

Ya hemos sabido que los cargos se van repartiendo: si yo gano, al segundo le toca esto; al tercero, esto otro, y al cuarto hasta una buena recompensa. Ya se ofrecen secretarías y encargos bien remunerados para cuando llegue el triunfo. Los amarres internos en las organizaciones partidarias llevan a verdaderos innombrables al paraíso de los empleos oficiales: -Si a mí me toca ser esto, a ti te tocará ser esto otro a cambio de que me dejes el campo libre y me apoyes.

Las elecciones están programadas hasta el año que entra, y ya estamos metidos en ese volantín mareador desde ahora. Claro, nosotros no estamos invitados. Somos, simplemente, los que llevamos la boleta para ragalársela a ellos, los ganones de todo.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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