Fernando Torres Graciano, orondo y lirondo, resumió un día que León había dejado de ser pueblote para ser gran ciudad al paso del panismo gobernante por casi un cuarto de siglo.
Y sí, en tanto tiempo la urbanización se nota. Incluida su pobreza. Por eso, que las cifras oficiales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) pongan a León como el cuarto municipio mexicano “con mayor número de población en situación de pobreza” sí cala.
A partir de 1988, el PAN ha gobernado León; de allí han salido casi todos los gobernadores del estado (Medina, Fox, Martín, Oliva) y hasta uno de ellos fue presidente de México; notables han sido también los montos de recursos públicos destinados a esa región, y ni mencionar la hegemonía partidaria sobre el resto de Guanajuato. ¿Entonces?
La mayor concentración de guanajuatenses está en León, pero la mayoría es pobre por su ingreso, por su salud, por su vivienda, por su alimentación, por su educación, por sus carencias de bienestar. ¿Entonces?
Esa vulnerabilidad marca la evidente carencia de derechos sociales en los leoneses. Así no se pueden sostener principios políticos del panismo como la dignidad de la persona humana. Así no puede darse la patria ordenada y generosa.
Y para acabarla, ni siquiera la divisa de PAN y circo: el futbol no ha servido desde hace años para motivarla. Otra vez en la orilla… y sin piedad.
