Los ciudadanos somos una verdadera calamidad. Miren que elegir a tan mediocres políticos.
Nuestra política es de muy baja calidad porque nosotros mismos somos analfabetas políticos.
Cuando vamos a votar, pareciera que otorgamos cheques en blanco al portador. Despilfarramos la democracia y ni siquiera logramos algo que nos dé lo básico: seguridad en nuestras personas y bienes.
Municipio tras municipio, ciudad por ciudad, el estado todo, no tiene policías que garanticen más que arbitrariedades, contra nosotros o contra ellas mismas. Guanajuato, se sabe bien (aunque los gobernícolas quieran obviarlo), ocupa el primerísimo lugar en asesinatos de elementos policíacos. Y, además, los crímenes mortales nos atosigan como nunca.
¿De dónde se recluta a los oficiales de policía? Pues de entre quienes no pueden encontrar otra chamba tan mal pagada, son de la barriada que carece desde siempre de oportunidades; por eso tenemos maltratadores entre ellos. Sus “capacitaciones” son un chiste, apenas un requisito para dorar píldoras; sus equipos son utilería teatral y en algunos casos, ni cuerpo policiaco hay, como en Salamanca. Pero con todo, el ninguneo y desdén mostrado por sus jefes es lo que más les cala, como en San Miguel Allende.
Agarrados del clavo ardiente del militarismo, se cree que eso resolverá algo, por lo menos maquillar cifras. Más lo cierto es el incremento de nuestra inseguridad, la de todos, policías y ciudadanos, por estar en manos de pésimos políticos.
