El hombre tiene el don de organizarse para convivir en sociedad: es la política.
Imposibilitados de sobrevivir aislados, solos, tenemos que estar junto a los demás, a los próximos, los prójimos, nos gusten o no.
Para atender las cosas comunes, las que afectan la convivencia, designamos a algunos personajes para que se encarguen; así hacemos política y formamos políticos.
Antes se creía que la divinidad encargaba a esos hombres públicos las cosas; con el tiempo, nos dimos cuenta que eso no es de dioses sino de nosotros mismos, los hombres de la tierra.
Pero débiles y depredadores -esa es nuestra paradoja vital-, hemos querido ser casi dioses: decidimos sobre el planeta y destruimos lo que sea, incluidos a nosotros mismos.
Amparados en grandes ideas que desean abarcar absolutos, muchos hombres públicos deciden guerras de todo tipo; abusan de sus encargos para dominarnos.
El poder político resulta altamente adictivo para espíritus debilitados por afanes inmediatistas. Hoy, como nunca, el dinero es el fetiche al que el mundo adora y se rinde. Y el poder implica el manejo de riquezas.
El caso cercanísimo de los representantes populares guanajuatenses (diputados es el término) que son los más caros del país, resulta esclarecedor: deben representarnos para controlar el poder de un individuo denominado gobernador; pues ni controlan a nadie y ni honran la representación, son carísimos usufructuarios del erario.
En la capital estatal hay un ayuntamiento que debiera representarnos en los diarios problemas de la convivencia. Antes se les añadía la H. (así, mayúscula) porque sus integrantes eran honorables vecinos que ni siquiera cobraban. Ahora, todos los que allí están andan ocupados en los dineros públicos, incluso hay cerca de 20 asuntos instalados en las instancias fiscalizadoras que les involucran. Cuestan sin resolver maldita cosa y giran en los cargos trienio tras trienio.
Podríamos subir la escalera hasta arriba y entenderíamos por qué la palabra política es sinónimo de corrupción entre nosotros. Porque hemos dejado la política a quienes no nos quieren.