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viernes, abril 26, 2024

Política malcriada

¿¡Cuál puta democracia!?, escupió en la tribuna del Senado de la República una energúmena. Y dos reacciones suscitó. Una del rechazo pacato y otra de la picaresca aquiescente.

En un país transformado en zona de silencio –Lomnitz dice-, esa abrupta expresión opera como diagnóstico nacional. Nuestros medios de comunicación no quieren o no pueden expresarse así. Hay sanciones oficiales y autocensura. En todo caso, la representante esa sabe que sus expresiones tienen seguidores y a ellos les dedica sus vómitos. Pero más allá, lo que significa esa práctica es una convicción a la que están atados muchísimo mexicanos: México solo es tierra de ladrones.

Uno ve cómo operan nuestros funcionarios y pareciera que sí, que nuestro país no tiene remedio. Veamos si no a nuestros gobiernos municipales, pulsemos a los estatales y, por supuesto, repasemos a los federales de todos los tiempos. No hay averiguación previa que llene prisiones. Todos tienen colas pisables.

Así, pudiera concluirse que, efectivamente, nuestra democracia no tiene virtudes que nos unan; y las que existan, como el Instituto Nacional Electoral, también han sido enfiladas al machete destazador. Como entre nosotros los pobres solo hay algo impresionante, contar dinero delante nuestro, el único dale-dale oficial es ese: contarnos el dinero que tiene el gobierno y el que se han robado los otros.

Los políticos que se han metido a la profesión son transparentes: se les nota a leguas que quieren poder para romper la piñata. Por eso nos ven como clientelas o seguidores susceptibles de ser adquiridos con, adivinó usted, dinero en especie. Entonces sí, qué pinche democracia esa que procuran los políticos de todos los niveles.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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