De una generación a otra, nuestros políticos han sido motivo de burla y chistes. Pero ahora, con las benditas redes sociales, se hacen virales sus presencias burladas.
No hay político que se salve de que su imagen, en video o en un texto motive la risa, la burla y el escarnio. Los aduladores de alguno se molestan con la aparición de esos memes; los detractores, se ríen.
El meme es un medio de expresión harto popular. La caricatura había sido el instrumento para burlarse de los políticos y sus charlatanerías; ahora, cualquiera hace del meme su vía para darle al político odiado.
El eterno líder cetemista, en la época autoritaria del priismo, guardó cuanta caricatura apareció con su imagen; dicen que tenía sentido del humor, en realidad eran como las cosquillas. Hoy no hay mucho advenedizo de la política que tenga gran sentido del humor, a juzgar por las burradas expandidas como discursillos.
Y como ya arrancó la temporada electoral, todos los partidos políticos lanzan “mensajes” para atacar al otro y para levantarse ellos. Millones de spots nos abruman fieramente con la intención de seguirles los pasos; en realidad, eso es un gasto estúpido que solo sirve para que los creyentes de uno y otro lado se afiancen en sus prejuicios. No sirven esos gastos para convencer a nuevos acólitos.
Por contreras, los ajenos a las membresías partidarias hacen uso del meme cada vez más rasposo para tirar a uno y otro lado. Nadie está a salvo de la burla anónima.
Y como los partidos son iguales en eso de controlar a quienes juegan con sus siglas, resultará más fácil reciclar las viejas caras que nos ofrecen como oferta solo para el chiste.