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lunes, abril 21, 2025

Pueblo en vilo

Los seres humanos no tenemos remedio, al parecer.

La violencia nos es innata. Por eso se han construido los regímenes políticos, jurídicos y religiosos. Se ha tratado de contener esa inclinación maléfica con reglas, cánones, leyes y mandamientos. Todos fracasan una y otra vez.

Civilizarnos ha sido tarea de quienes creen que la educación, el arte y la observancia de principios morales moderará al individuo haciéndolo empático con sus semejantes. Pero una y otra vez se derraman las violencias personales o guerreras. Una y otra vez, se aducen causas y justificantes para emprenderla contra el prójimo. Una y tantas veces, los simpatizantes de una contienda toman partido y justifican las acciones de los pretendidamente suyos.

México ha vivido sin estabilidad duradera. Las dos únicas excepciones han sido la paz porfiriana y la dictadura casi perfecta priista. Sin embargo, en su seno se incubaron huevos envenenados que reventaron violentamente. Primero la llamada revolución, guerra civil entre facciones por todo el territorio; a su turno, la enorme corrupción priista se salió de madres con la aparición delincuencial, criminal, de hordas movidas sólo por el afán del dinero.

Todos los intentos de construir un Estado con instituciones más o menos firmes que contuvieran los excesos del poderoso simplemente han sido endebles. Todo el siglo diecinueve fue un ir y venir de confrontaciones y todo el siglo veinte fue de simulaciones. El mundo -y en él México, nosotros- vive sin estabilidad duradera, sumido en las indecisiones de líderes efímeros y sometidos, todos, a la inquietud y zozobra causadas por los criminales de todos lados.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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