Quienes pueblan a la administración pública estatal no saben gobernar. Y aún menos los municipales. Pero todos a una buscan el orgasmo mítico que da el poder.
Todos están donde están porque sus partidos lograron cierto número de votos que les abrió las puertas de los aparatos. Pero saber qué es y cómo operan las administraciones públicas, es otra cosa.
No saben diseñar y decidir políticas públicas, esas herramientas básicas que obligan a interpretar contextos profesionalmente, a tener en consideración el pasado como historial clínico y anticipar futuros en ejercicios prospectivos que involucran a los habitantes, segmentados en públicos diferentes por origen e intereses. Lo suyo son la mera ocurrencia y la propaganda como sustitutos de la comunicación real con los ciudadanos. Así se explica que seamos grandes en malestares: grandes crímenes, gran cantidad de desaparecidos, grandeza covidia, grandes desempleos y precariedades sociales, gran rezago educativo y grandes aglomeraciones urbanas. Ese es el panorama guanajuatense y no quieren verlo. Por eso fallan una y otra vez.
¿Ejemplos? El turismo. Nunca han podido estructurar esa industria. Ha crecido la hotelería, el restaurante y demás como cada quien puede o quiere. Se ofrecen lugares específicos, tópicos repetidos hasta la náusea. Y los que debieran gobernar esa rama de la economía, nomás atinan a promover vidrios de colores. El “Güero” Álvarez, recién llegado secretario de turismo estatal (que suple a una advenediza que ya se fue), ofrece otra “nueva marca turística: #Guanajuato #ViveGrandesHistorias en la que destacamos (ad nauseam) la grandeza y diversidad de atractivos y turísticos (sic) con los que contamos”.
Confunden gobernar con mercadeo.
