- Publicidad -
jueves, abril 18, 2024

Salen carísimos

Entre nosotros es harto facilón decir que todo gobierno es ladrón. Si uno es funcionario público, cleptómano. Si diputado, ratero. Si policía, mordelón. Si inspector, carterista. Si político, saqueador, bandido, maleante, cuatrero… Somos jueces rudos en nuestra tremenda corte cotidiana. Pero nomás de dientes pa’fuera.

Lanzar acusaciones al aire es un ejercicio de desahogo porque ir a denunciar actos de raterías, sobornos, cohechos, corruptelas y putrefacciones oficiales no llega a nada nunca. Por eso son tan populares las quejas públicas y privadas, esas donde se queman en leña verde virtual a cuanto monito se nos ocurre, sin debido proceso ni presencias de los acusados.

En esta campaña electoral, hemos visto ocasiones en que algunos candidatos se las han tenido que ver negras con gente que les lanza reclamos o insultos, burlas o demandas de incumplimientos. Pero ello no borra mucho la sonrisa forzada de las candidaturas. Hay que seguirle, que no pasa nada. Puro atrevimiento de ocasión.

Para muchos aspirantes a lo que sea, resulta altamente ganancioso agarrarse de esa idea tan extendida de que todo el servicio público es pudridera. Y venden la idea de que con ellos todo cambiará y que serán el cloro desinfectante que dejará rechinando de limpio a su gobierno si se lo damos con el voto. Pero el tiempo nos juega cada pasada una y otra vez para verificar que ni acaba la corrupción y sí adquiere otras variantes, como la metástasis del cáncer.

Creer que un mal tan arraigado se limpia nomás por voluntad es tan grave como no darnos cuenta de lo caro que son nuestros gobiernos: cada ocurrencia suya, nos cuesta de nuestros impuestos.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO