En Guanajuato todo se vende al que ponga la lana en la mesa del gobierno municipal.
¿Quiere hacer un fiestononón en el pípila desde la tarde hasta la madrugada? Pague.
¿Desea hacer un festival de lo que se le antoje? Pague.
¿Promueve el ciclismo o el atletismo cobrando inscripciones? Pague.
¿Los vinos son lo suyo como emprendedor? Pague y le dejamos la calle principal para eso.
¿Necesita vender chuchería y media, incluida fast food? Pague por la subterránea.
¿Ya sacó mesas y sillas a los espacios fuera de su negocio? Pague las inspecciones y los metros cuadrados.
¿Es temporada de lo que sea y quiere vender sus chucherías o chinaderas? Pague para usar los jardines o plazas o calles.
¿Su vida es la garnacha? Pague por los espacios que se le antojen.
¿Tiene una edificación para hacerla hotel? Pague y bien.
¿Su constructora va a edificar en todos lados? Pague y verá que sí.
Pobre ciudad, entregada a una camarilla muy ambiciosa por el panismo que ni ve ni oye lo que pasa con los negocios al amparo del poder municipal.
La capital quedó abandonada a la suerte que le deparan sus beneficiarios, esos que han multiplicado los periodos gubernamentales y con ello sus ganancias ostensibles.
La gran estafa de los partidos políticos es que han dejado en manos de quienes ganan elecciones todo cuanto quieran y puedan extraer del botín.
Ninguna rendición de cuentas ni transparencia alguna porque tenemos a una clase política sin recato ni vergüenza.