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sábado, abril 27, 2024

Sí, ya basta

El ex seminarista católico y gobernador de Guanajuato vive el peor de los pecados: la soberbia.

Ese pecado genera los demás y el hombre se piensa superior porque vive nublado de razón.
Es víctima del tiempo en el que el pan-gobierno se ha concedido méritos que solo él ve: se estima muy por encima de lo que vale.

La lucidez de opositor antañoso se atrofió con el goce del poder cuasi absoluto, a imagen y semejanza del priismo.

Ese apetito de poder atrajo y atrae como imán la hipertrofia doctrinal, principista y valoral con su cauda de prepotencia, jactancia y vanagloria: hace rato que nos ven de reojo y desde arriba.

El juicio pangobiernista arrastra a la idolatría de lo efímero. Nunca, en 25 años, se ha hecho una autocrítica humilde, un acto de contrición o siquiera un mínimo de perdón ante las fallas evidentes de cara al juicio final. Ni Medina ha confesado el pecado original, ni Fox tiene arrepentimiento alguno, ni Romero luce orgullo genuino, ni Oliva cede en sus ambiciones y ni Márquez se contiene en la trampa del amor propio. Y todos a uno cobijados por las prácticas sistémicas de lo que antes juzgaron maligno.

En Guanajuato no hay seguridad pública plausible; menos hay procuración de justicia puntual; estas palabras atosigan nuestro día a día: ejecución por sicario.

El caldo hierve: 27 lugar en educación, primeros lugares en inversión extranjera a altos costos del erario y sometimiento de la mano laboral con desdén del empresariado local; economía informal mayor que la oficial, incluido el crimen que deja dinero sucio y sangre regada. Nuestras instituciones públicas todas sometidas al señor gobernador y a su partido, tal como la cultura politica ordena.

Los derechos humanos son una oficina ordenada por el pangobierno y tratada a nalgadas.
Las ciudades transforman desordenadamente sus espacios contaminando visual, auditiva y ambientalmente todo.

Se gobierna este coto de caza para proseguir en la lista los que siguen, bajo una condición: ver la realidad con anteojeras blanquiazules y disciplinadamente al designio de la soberbia.

Basta. El perdón para el pecado de soberbia es la contrición humilde. Luego entonces, ¿para qué quieren seguir ocupando el espacio guanajuatense?

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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