Información que cura a verdaderos conocedores: este plumífero no habla del Campeonato Mundial de Rallies, que es una competencia automovilística de velocidad y resistencia por los caminos de pavimento, tierra o nieve. Una competencia privada donde los autos son tripulados por un piloto y un copiloto que miden rendimientos.
Lo que tengo en cuestión es la actitud gubernamental para con un negocio privado adquirido con dinero público y con altos costos colaterales.
Ya una vez ocurrió que el gobierno de la ciudad de México lo adquirió porque el de Guanajuato no quería pagar lo que cobran los dueños de ese negocio mundial. Pero la pirrurés del funcionariado de por acá le sacó marmaja al erario y lo volvieron a comprar. Meter vehículos de alto rendimiento a una ciudad de suyo desastrada en su vialidad y peor en su movilidad es inadmisible. Cerrar totalmente por tres días hasta sumar 24 horas una comunidad tan problemática como la ciudad histórica implicó: que no hubiera transporte público para la mayoría que tiene que utilizarlo; que el vehículo privado tuviera que guardarse o buscarle para llegar quién sabe a dónde; que las dependencias y oficinas, comercios y negocios tuvieran que cerrar total o parcialmente; que los únicos negocios que pelearon los espacios fueron los promotores del alcohol; y, que, por supuesto, los trabajadores municipales fueran obligados a trabajar más tiempo sin retribución alguna.
Guanajuato es una ciudad botín. Aquí solo se ve la transa. Y si se disfraza de fiestononón, mejor. ¿Planear? ¿Transporte y movilidad públicos eficientes? ¿Promoción turística? ¿Gobierno? Nada pus qué: aquí todo es estúpida ocurrencia con ganancias mediocres.
