Otra vez: los gobiernos se inventaron para cuidarnos de la violencia.
Dicho eso –por enésima vez- los generadores de violencia no se detienen ni nadie los ataja. Eso significa que ninguna autoridad puede o quiere.
Quitarse la monserga de atender la inseguridad ha sido, desde Fox por lo menos, el lugar común de cuanto gobierno nos ha tocado en este siglo. Todos voltean para otro lado. La única herramienta que se les ha ocurrido es la militar. Agarrados de la simpatía que las fuerzas armadas tienen en la población, han venido militarizando los cuerpos policiacos por todo el país. En Guanajuato, hasta la educación la quieren militarizada, lo mismo con exhibiciones ante niños y jóvenes de armas que en escuelas expresamente militares.
Cuanto jefe de policía se debe nombrar, un miembro del ejército o de la marina será nominado para hacerse cargo, y si no fuera el caso, los entrenamientos a los policías se sustentan en sus prácticas de armas y estrategias de combate. Millones de pesos se destinan para armar a esos hombres y mujeres que no hallaron otra que entrarle a los cuerpos de seguridad. Los municipios han olvidado la calidad preventiva de sus agentes para disfrazarlos de rambos de pueblo (rememeber Navarro en Guanajuato capital). ¿Y cuál es el resultado en dos décadas? Más violencia y más generadores de ella. El fracaso es evidente. Los ejércitos son para guerras. No están hechos para labores policiacas.
A menos, claro, que ya de plano admitan todos que estamos en guerra con más de doscientos ejércitos de todos tamaños armados hasta los dientes disputándose el territorio nacional.
