Deveras que los promotores del turismo en Guanajuato nomás no le hallan a la cuadratura.
Piensan que la ciudad es una escenografía en donde pueden montar cualquier vendimia. Creen a pie juntillas que sus ideas atraerán millones para sus cuentas bancarias.
En todo despropósito, cuentan con el gobierno municipal. Son iguales, son lo mismo. Como el método ocurrencial de gobernar se ha desarrollado desde hace tiempo, solo es cuestión de que se les prenda el foco y ya está, a gastar el dinero público, que a fin de cuentas no es suyo (a menos que sea plan con maña).
A Guanajuato le han endilgado eso de que sea festivalero de lo que sea. El Cervantino es progenitor de nuestras ideotas. Cada que haya algo así, el dinero debe desparramarse como maná. El asunto es que ese dineral o dinerito sólo cae en las manos de unos cuantos, el gobierno incluido. Ni los empleados de hoteles ni meseros y demás ven incrementados sus ingresos. Bien se sabe que las condiciones de trabajo del sector turístico es de las más explotadas, sus jornadas acaso sirvan para propinas y párele.
Cualquiera que haya dado una recorrido por la ciudad se dará cuenta de que las instalaciones para celebrar el festival navideño se parecen a las de cualquier pueblo empobrecido. Nada hay que sirva para fingir que somos una gran ciudad con pretensiones. Lo único transparente es la pobreza de ideas y la malquerencia de esta empobrecida ciudad capital de Guanajuato.