Mauricio Merino vino a la Universidad a hurgar en la raíz misma de la administración pública. Nos cuenta que cada vez que le presentan a funcionarios les pregunta ¿usted qué hace ahí? Y le salen con cada cosa, que si organiza tal o cual asunto, que administra tal o cual recurso, que si sube o baja, etcétera. Puras actividades y ninguna sustancia: no saben por qué y para qué están en la cosa pública.
Ya sabemos que la mayoría ni capacidades tiene para el cargo ni le interesa aportar nada. Son nuestras administraciones públicas un gastadero de dinero porque allí cobran los cuates, los del partido, los compadres, los recomendados, los hijos, los entenados amantes de la nómina.
Los guanajuateños podemos fácilmente comprobar tal aserto. Nomás preguntémosle a los ayuntantes eso. ¿qué hacen ahí?
Tomemos por caso el transporte y sus intenciones. Muy orondos publicaron un cuestionario para nosotros que consiste en diez ítems, de los cuales seis van encaminados a lo mero principal: ¿cuánto quiere que le aumentemos el transporte? He ahí la respuesta. Están para proteger el aumento tarifario de un negocio particular malo y obsoleto, el de los urbaneros.
El ayuntamiento está para no resolver de fondo el transporte público, ni para transformar las interconexiones urbanas, ni siquiera para dotarnos de seguridad vial. Están para aumentar las tarifas y ya.
Pues sí, nuestro problema es que escogemos a puro inútil, ignorantes de la complejidad de la administración pública de estos tiempos. Y así nos va.
