¡Pa’su mecha! Vicente Fox se presentó ante el panismo octogenario para enarbolar su vieja bandera: sacar de palacio al que esté. ¡Vamos a madrear a la 4t!, grita insurrecto queriendo jalar a cuanto contreras haya.
La contra se quiere organizar pero no puede. No es que esté moralmente derrotada, como quiere ya saben quién, sino que no atina a encontrarse a sí misma. El panismo se mueve en sus contradicciones: reclama y enerva por el actuar centralista; pero sus gobiernos hace ya rato que operan al calor de la nómina oficial, obstruyendo los canales democráticos. Sus personeros ya no son los de viejos principios y acendradas convicciones religiosas; la brega de eternidad ha terminado por cebarlos.
Desde otros lados, el extravío es aún mayor. Juntar lo que no les fue drenado es tarea de las izquierdas que sobraron después del tsunami electoral y desorganizativo. Más ardidos que reflexivos, llaman a enfrentar al presidencialismo del que son culpables prohijadores. Ese fenómeno corroyó al perredismo al dejarle al priismo que se le enquistó la dirigencia, modos y prácticas provenientes del viejo sistema que hoy se refuerza desde la nueva élite política gobernante.
Ese sistema político es el que está en crisis, su crisis. Ya no tenemos partidos confiables que nos llamen a otros horizontes. Ninguno, incluida la melcocha morena metida de lleno en su carajicomedia de todos contra todos.
Nosotros, los no afiliados a partidos políticos, no vamos a ir a ciegas a una confrontación inmediatista y rencorosa. Nosotros, los ciudadanos, tenemos otra tarea más larga y difícil: hacernos plenamente ciudadanos para inventarnos nuevas formas de hacer política.
