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sábado, abril 27, 2024

Vivir del cuento azul

Un cuarto de siglo de pangobierno en Guanajuato ha hecho crecer la maleza del patrimonialismo atávico: el cargo es mío, para mí y para mi provecho.

Lejos, muy lejos, quedaron los bregadores de eternidad originales. En este tiempo, la única lucha es por mantenerse en los cargos. Aquellos tenían lo que se denominaba “ideales”; los de hoy, nomás intereses.
Ya se ha hecho público el familión colocado en la nómina del secretario particular del gobernador; vale refritearlo para que chille la manteca: el papá del susodicho secre tiene un cargo de director general, la carnalita es coordinadora y el marido de ella asiste “selectividad y excelencia” (sic); la otra manita, también es coordinadora; un primo es jefe contable; y como están bien coordinaditos, otros dos son, os cors, coordinador y director. La revisión de la nómina oficial da como para ubicar a otras ¡dos docenas! de emparentados…

Ah, pero la cereza en el pastel azul es la nueva señora del secre. Como ya se sabe que son rezanderos más que católicos, treparon al cerro del Cubilete su boda religiosa, y hasta allá llegaron las camionetas de lujo, los carros distintivos y hasta un helicóptero con el padrino, el gobernador, por supuesto. Todos los notables y poderosos de ahora allí reunidos para aclamar no a dios sino a los contrayentes. Pero antes que ser cristiano, hay que comer. Por tanto, hubo de crearle a la agraciada consorte un cargo público mejor del que ya gozaba: ahora es ¡directora de inteligencia sectorial! (resic).

Si el morbo envidioso atosiga al lector de esta historia blanquiazul, dese una vuelta por el organigrama gubernamental y los emolumentos que eso implica y verá de qué “valores” hablan…

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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