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sábado, abril 19, 2025

¿Y ora?

Nuestras clases políticas no le han atinado más que a sus intereses.

Este año, hace doscientos se inventó la república mexicana. Después de trescientos novohispanos, la confusión. Unos querían un rey; otros, la república. Hubo un primer coronado al que tumbaron y fusilaron. Que si república central, que si federal, que si con hombres fuertes, que si con instituciones. Y entonces, otra corona llegada de Europa, hasta que se restaura la república previo fusilamiento máximo. Los liberales se hicieron del poder y con ello las ambiciones. Porfirio se alzó con su ejército de regeneración nacional (¿les suena?) contra el releccionismo juarista. Triunfó para quedarse treinta años.

Con tanto tiempo, tuvo Díaz posibilidades se armar su estado de cosas: los legisladores eran suyos, los jueces también y el país se pobló de jefes políticos controlando cada entidad. Hasta que le tronó.

Otra vez a las armas, para seguir los pronunciamientos levantiscos que exigían repartir el poder. Se exilió el dictador y hubo presidente de la república, al que asesinaron luego para volverse a dar los sangrientos agarrones. Los militares ganaron y se hicieron del poder. Se arreglaron entre ellos y se turnaron los cargos, hasta mediados del siglo pasado en que llegaron los licenciados con poder absoluto sexenal: los legisladores eran suyos, los jueces también, los gobernadores y ayuntamientos igual.

A finales de los noventa y con la llegada de este siglo, se quiso otro reparto del poder, más plural y sin mando único. Eso duró treinta años. Al grito de al diablo sus instituciones, otra vez todo junto: presidencia, congreso y jueces. ¿Otros treinta?

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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