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miércoles, abril 30, 2025

Y sin embargo, la política

Que los profesionales de la cosa pública están más que desprestigiados, lo sé; que los gobernantes adolecen de credibilidad, se entiende; que los partidos políticos no satisfacen a muchísimos, evidentemente. Pero qué le vamos a hacer, vivimos juntos.

Ora, no se piense que la política es putrefacta de suyo; quien así lo postule no sabe lo que dice. Para decirlo simple y llanamente: la política es la ligazón que nos une para atender las cosas que nos son comunes en la esfera pública. Mientras yo esté en mi fuero íntimo y aún en mi ámbito privado, todo será cosa mía; pero al salir a la calle, a la plaza, al lugar público, ya es asunto de los que me topo. Rápido: no hay sociedad sin política.

Entonces, el problema no es la política cuanto nosotros como sociedad política. De nosotros salen los militantes partidarios, el funcionariado y todos los involucrados en la cosa pública; el tema es cómo y para qué los designamos.

Mientras el clero argüía que el poder provenía de la divinidad, pues a acatar el dogma; cuando los autoritarios ejercieron la dictadura (o dictablanda), la obediencia obligaba. Pero como quisimos la democracia, pues a darle que es mole de olla. Y no cualquiera sabe prepararlo y menos comerlo.

Sí, la democracia es lenta, insuficiente y complicada, pero tiene que nos contempla casi a todos. De entrada, podemos votar y ser votados. Es verdad que nuestra ignorancia y desidia hacen que vendamos el voto y seamos clientela de los listos que nos dan migajas por el poder. Pero si miramos hacia atrás, los mexicanos hemos avanzado en eso de comprender nuestros derechos democráticos. Por eso, no despreciemos a la política; mejor limpiémosla de truhanes. 2015 es la ocasión inicial.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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