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jueves, abril 18, 2024

Amén y amen

La pandemia, la crisis económica y el nivel de violencia nos están volviendo a las personas más solidarias. Al menos en redes sociales empiezan a multiplicarse los mensajes de apoyo, tanto para quien padecen la enfermedad y el aislamiento, como para quienes hemos sufrido la pérdida de algún ser querido por la enfermedad o por la violencia. No son épocas fáciles.

En las redes sociales circulan con más frecuente convocatorias a unir voluntades y deseos para que las condiciones se modifiquen. Y encuentro que en algunos casos la buena voluntad cuida la ortografía y en otros con todo propósito se descuida.

Dos personas me etiquetaron por las palabras amén y amen. En una de esas etiquetas para convocar mi solidaridad y en la otra para que observara el juego de palabras producido por la presencia y ausencia del acento gráfico. La primera composición se trata de una petición al espíritu universal y termina con el vocablo amén. Esta voz procede del hebreo y significa «así sea». Se usa, explica el Diccionario de la lengua española, «para manifestar vivo deseo de que tenga efecto lo que se dice». En la otra imagen convoca a que en vez de escribir la palabra con acento gráfico en la última vocal, se haga sin esa tilde para que se lea amen, que es el imperativo del verbo amar; lo que implica una orden para sustituir tantas agresiones, efectos negativos y vida indiferente por la aplicación del amor.

La segunda imagen convoca a que reflexionemos sobre lo importante de escribir bien para que verdaderamente se refleje nuestra voluntad. Además, esa imagen añade otras reflexiones que me parecen pertinentes.  A los autores preocupa la forma en que aprendemos ortografía. Se nos enseña que la norma es inflexible. Todo debido a la actitud de los adultos cuando los niños preguntan. Como muchos adultos son incapaces de esforzarse para comprender la lógica, recurre a la imposición: «Es así, simplemente porque es así» o «Así se hace porque yo lo digo». Entonces queda en el menor el concepto de que la ortografía no tiene lógica y se debe aceptar tal cual. Nada más alejado de la realidad de nuestro idioma. Todos los vocablos tienen una historia y una razón lógica de su ortografía.

En 2010, cuando se difundió la norma de que la palabra guion debe escribirse sin acento gráfico, muchos lo aceptaron porque lo decían las Academias, pero otros muchos protestaron porque se modificaba su costumbre. Muy pocos preguntaron la razón: los monosílabos no se tildan desde 1956 y este vocablo se presentaba inadecuado como caso excepcional en el diccionario oficial, sin alguna razón de fondo. Esto me permite identificar que muchas veces las normas se asumen, pero no se razonan.

La actitud impositiva de los adultos es desaconsejable. Para que un niño desarrolle un buen criterio es preferible recurrir a la lógica. Esto, a su vez, no solo fortalece el pensamiento, sino que lleva a descubrir alternativas. Es decir, la habilidad de conectar información a través del razonamiento propicia la inteligencia.

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