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sábado, abril 20, 2024

Evolución de los idiomas

Los idiomas evolucionan. Eso es un hecho. Hace unos días, el diccionario Oxford informó de la incorporación de 400 nuevas palabras en su decimoctava edición, para festejar su 100 aniversario.

A diferencia del español, en inglés no existe una academia o un conjunto de ellas que normen la evolución del idioma. En ese idioma lo hacen directamente los editores de los diccionarios, particularmente los de mayor prestigio.

Distinto de lo que sucede en ese idioma, en el nuestro hubo gran escándalo meses antes de la publicación de la última edición de la Ortografía de la lengua española. Al anunciar los académicos avances de las nuevas palabras, la incorporación de nuevas acepciones de algunas palabras y la aplicación de algunas reglas en algunos vocablos que el Diccionario mantenía con una ortografía incompatible (por ejemplo dejar con acento a «guion», si desde 1956 los monosílabos no se acentúan), un alud de protestas, tanto de prestigiados escritores, como de la gente en general. Las aguas se han calmado y ya son pocos los comentarios en los medios. Ya pasó la tormenta.

Salta a la vista entonces ¿por qué en inglés no hay protestas y en español sí cuando anuncian las modificaciones al idioma? Pues porque el inglés es un idioma altamente adaptable y con ello la conceptualización en el usos de los hablantes.

El inglés es un idioma sumamente pobre. Carece de la variedad que sí tiene el español. Considere, amigo lector, cómo carecen de palabras específicas para «regresar» y «apagar», por ejemplo, y deben recurrir al verbo to get para conseguir la idea. En la última instancia, nada tienen que ver «regresar» con «apagar» y, sin embargo, en inglés debe recurrirse al mismo verbo inicial combinado con “back” y “off”. Eso emparenta los términos, aunque sean acciones diametralmente diferentes. Por ello, en la mente del hablante de inglesa queda claro que si la necesidad práctica demanda una palabra, de inmediato se debe acuñar para subsanar la situación.

Eso sucede en cualquier idioma. El problema es que nuestro idioma está mucho más estructurado. Lingüísticamente, su complejidad es mayor. Por ello, en la mente de los hablantes en español, cuando surge una modificación no falta quien se resista ante una nueva alternativa que se suma a las múltiples.

En la práctica, a pesar, de la eventual resistencia de los académicos de la Lengua o de escritores de prestigio, evoluciona el idioma.

Pongamos el caso de “retweet” anunciada por el diccionario Oxford. En español también se dice *«retuitear» cuando ya se publicó un mensaje y otra persona lo reproduce. Incluso, a pesar de no estar incorporado al diccionario oficial (el de la Real Academia de la Lengua, que no es exclusivo de esa institución, ya que en su revisión participan todas las academias de la Lengua) el verbo *«tuitear» diariamente lo utilizan los cibernautas, le pese a quien le pese.

Si los académicos la incorporan, no faltan las protestas; pero si no lo hacen, la realidad los rebasa. Los dueños del idioma son los hablantes. La historia lo demuestra. Entonces, de nada vale protestar, pues la costumbre termina por imponerse.

Enrique R. Soriano Valencia
Enrique R. Soriano Valencia
Mexiqueño. Licenciaturas en Periodismo y Ciencias de la Educación. Premio Estatal de Periodismo Cultural 2009. Cuatro libros y tres centenares de talleres, cursos y conferencias sobre Redacción, Ortografía, Formación de Instructores y aspectos de la cultura mexica. Correo electrónico: sorianovalencia@hotmail.com Facebook: Chispitas-de-lenguaje Twitter: @ChispitasDeLeng

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