Nuestra forma de hablar está plagada de múltiples frases hechas. Hay dos dimensiones en esas estructuras: como unidad con sentido propio forman sintagmas (conjunto de varias palabras) que se desempeñan como adjetivos, adverbios, sustantivos o verbos en el contexto de la oración; como palabras relacionadas son locuciones (modos de hablar) que –en ocasiones– no parecen tener una lógica constructiva.
Por estas particularidades, algunas de ellas en determinados contextos, son aplicables; pero en otras, su uso no es preciso aunque logran su cometido. Responden, por tanto, a un sentido o significado atribuidos socialmente más que a una adecuada construcción gramatical.
Observemos este diálogo: «Eres una chismosa…», «¡¡¡Para nada!!!» (*Para nada soy chismosa/No soy chismosa). El segundo entrecomillado es una frase hecha de uso regular en el centro de México para negar con sentido rotundo, absoluto. Está integrada por la preposición ‘para’, que denota el fin o término a que se encamina una acción, informa el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE): «Voy para casa»; y por la voz ‘nada’, puede ser un adverbio, sustantivo o pronombre indefinido. Esa combinación tiene sentido en casos como: «¿Para qué sirve esto?», «Para nada» (¿Cuál es su utilidad?, ninguna). Pero en el primer ejemplo, pertenece a una forma de hablar local, más que a una construcción comprensible para cualquier hablante del español.
El sintagma «a modo» está incorporado al diccionario como una locución preposicional cuando tiene el sentido de «como, a manera de». Es decir, es aceptada cuando se usa en casos como «A modo de ejemplo…» (A manera de ejemplo…). Sin embargo, se usa mucho en el centro del país con el sentido de «actitud para favorecer»: «El portero se puso a modo, por eso le metieron gol», «Señor policía, póngase a modo» (ruego de alguien que ha cometido una falta e insinúa una dádiva al policía para que no aplique la multa).
«Muy mas sin embargo» es una de las locuciones más ambiguas. Se usa preferentemente como adjetivo para calificar a personas con poca personalidad («Es una persona muy mas sin embargo»); una situaciones, que bien puede indicar poco interés («El partido estuvo muy mas sin embargo»), intrascendencia («El resultado fue muy mas sin embargo») o incertidumbre («La tabla de posiciones está muy mas sin embargo»).
«Se siente el muy muy». Se trata de un sintagma adjetival. Es decir, al repetir el adverbio de cantidad dos veces, pretende expresar una calificación mayor. Básicamente se aplica a personas. Tiende a ser una valoración irónica, relacionada con la vanidad o sentido de superioridad. Curiosamente, en Perú hay un crustáceo comestible. Lo mismo lo escriben como una sola palabra (muimuy) o como dos.
Los ejemplos sobran y es imposible abordarlos todos. He aquí algunos otros: «Ando bien erizo» (tengo ganas de sexo); «Se me nubló el asunto; Se me hizo de noche» (no supe qué hacer); «Me *ataimas» (me tienes hecho un tonto); «Anda bien placa» (está en actitud retadora); «Estás *placoso» (te ves mal, tienes mala presencia).
Los sentidos expuestos en esta ocasión no están aceptados por las Academias. Algunos pueden calificarse de caló (forma propia de hablar de un grupo). Lo interesante es que, históricamente, las voces populares terminan por imponerse. Eso sucedió con el latín vulgar. Por ello, ‘testa’ –que actualmente es una palabra considerada culta para referirse a la cabeza– en tiempos de los romanos se usaba de forma impropia para nombrar el cráneo, cuando era la palabra para maceta (por eso actualmente también recibe el nombre de tiesto).
