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viernes, abril 19, 2024

Identidad con la lengua

La lengua materna es el habla con la que nos criaron nuestros padres. Esa lengua, no solo nos dotó de los instrumentos para reconocer la realidad (al nombrar cada elemento de nuestro ambiente), también nos ofreció una perspectiva de la misma. Con ella razonamos, con ella hablamos con nosotros mismos, con ella imaginamos objetos que nombran las palabras, con ella conceptuamos: ella, condicionó nuestro pensamiento al trasmitirnos una visión del mundo. Buena parte de la carga cultural de una sociedad está en su lengua.

La realidad no solo es material, también conceptual. Conceptuar, significa abstraernos de la realidad, para comprenderla. Entonces, recurrimos a voces que nos permiten análisis, reflexión, cavilaciones, vínculos y conclusiones que van más allá del mundo material. Con voces conceptuales adquirimos perspectiva y comprendemos la realidad con mayor facilidad. Así la lengua materna condiciona nuestra visión: amplia o reducida. Una lengua con mayor número de voces dota al usuario de instrumentos para los procesos mentales más eficientes. Un idioma con mayor número de palabras abstractas, mayor facilidad de abstracción para sus hablantes.

Pero, amén de la riqueza de la lengua, está la habilidad del individuo mismo para dominarla. Existen, entonces, aquí dos elementos diferenciados: el lenguaje como sistema organizado fuera del individuo y ese mismo código manejado por la persona. De su mayor coincidencia depende la comprensión a cabalidad de su cultura, mejor identidad con visiones formuladas social e históricamente por su nación. Un individuo con limitaciones en la lengua materna está condenado a recibir una visión parcial de su cultura y, por tanto, a perder identidad.

Clara muestra, para México, es la enorme cantidad de connacionales que regresan con una mezcla confusa de lenguas y que, tratándose de jefes de familia, definen el estilo de hablar, alejándose cada vez más del español y de las lenguas nativas. Igualmente, la identidad con valores y cultura varía de forma drástica (se sincretiza el Halloween con el Día de muertos, por ejemplo).

Varios factores inciden aquí para que el individuo logre un mejor dominio de su lengua. Uno de ellos está en la capacidad de organización de su sociedad para soportar los embates de otras culturas y lenguas con mayor fuerza o dominio (económico, militar, ideológico). Es decir, en la medida que una sociedad se preocupa por fortalecer su lengua materna, en esa misma proporción la identidad nacional se fortalece. Ello se refiere a múltiples factores que van desde la accesibilidad (muchas escuelas están demasiado alejadas del hogar del individuo), la calidad de la trasmisión (planes de estudio y habilidades pedagógicas) y la condiciones ambientales para el óptimo aprovechamiento (alimentación, motivación familiar, etc.).

La identidad con la lengua no es solo una acción del individuo; la sociedad en su conjunto debe contribuir a fortalecer ese vínculo con la lengua. Desde luego, si esa sociedad está dispuesta a mantener su personalidad e identidad frente a las otras. Nuestra personalidad como mexicanos, diferenciados totalmente de las otras culturas, depende de nuestro compromiso individual con nuestra lengua materna, sea español o lengua nativa.

Enrique R. Soriano Valencia
Enrique R. Soriano Valencia
Mexiqueño. Licenciaturas en Periodismo y Ciencias de la Educación. Premio Estatal de Periodismo Cultural 2009. Cuatro libros y tres centenares de talleres, cursos y conferencias sobre Redacción, Ortografía, Formación de Instructores y aspectos de la cultura mexica. Correo electrónico: sorianovalencia@hotmail.com Facebook: Chispitas-de-lenguaje Twitter: @ChispitasDeLeng

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