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martes, marzo 19, 2024

Inflamable/disculpas

El pasado 16 de abril, el techo de la catedral de París, Notre-Dame, ardía. Las llamas desde lo lejos se veían impresionantes. La fortuna, a pesar de lo espeluznante que se observaba, es que el fuego estaba concentrado en el techo, no en el interior. Dentro de la Catedral el número de material inflamable era mayor. Para evitar un daño más severo ‒pues la fuerza con que fue bombeada el agua se sabía que causaría múltiples destrozos, como sucedió‒ se debía evitar a toda costa la combustión del material interno por su ser más inflamable: los pendones de las paredes, el mobiliario de madera, los cuadros y retablos, así como la cera de los cirios representaban mayor riesgo para el inmueble histórico. Lo importante para esta columna es la palabra inflamable, que causa dudas en su uso.

Muchas personas cuando escuchan el vocablo inflamable suponen que debe estar mal enunciado. El razonamiento, no sin cierta lógica, es que lo que provoca flama o combustión debía ser nombrado como *flamable. El error consiste en atribuir al prefijo in- solo la intención de negación, como en ‘increíble’ (no creíble) o inverosímil (no verdadero). Se olvidan que el prefijo in- también da idea de introducir o propiciar algo, como en infeccioso o invocar. Por lo tanto, el vocablo inflamable es algo que propicia llamas o fuego.

El vocablo *flamable no existe en español. La voz original en latín es inflamare. De ahí procede en español la voz ‘inflamable’.

Seguramente, la confusión se debe a que en inglés existe el vocablo flammable, que tiene el mismo significado de ‘inflamable’ del español. Además, se usa muy frecuentemente en la terminología técnica para estudiar las condiciones en que se produce y propaga el fuego.

Ahora, debemos recordar que cada idioma tiene su propia evolución y, por tanto, por mucho que se parezcan las voces inglesa y española (falsos cognados se dice en español y en inglés false friends) nada tiene que ver una con otra. Ahí tenemos el caso de ‘gripe’ que en español es un catarro y ‘gripe’ del inglés que es un dolor de estómago. No son los únicos casos, hay cientos de vocablos en ambos idiomas que no corresponde su fonética similar al significado en cada lengua.

Hice hablar a un muerto

Por otra parte, debo pedir disculpas a mis lectores. En días pasados, argentinos y uruguayos tuvieron la gentileza de buscarme para señalar un error en mi colaboración del 4 de abril (gracias por estar atentos a este espacio). En esa ocasión publiqué varios aspectos del VIII Congreso de la lengua, celebrado en la localidad de Córdoba, Argentina y que terminó por esas fechas.

Interesado en reportar aspectos relacionados con este importante encuentro, busqué información al respecto. Por supuesto, era abundante (intervenciones, artículos, opiniones) y opté por lo que me pareció llamaría más la atención a mis lectores. Sin embargo, cometí el error de no verificar un aspecto del contenido, la intervención de Fontanarrosa, incluso fallecido hace ya más de diez años. Cierto que el afamado caricaturista participó en uno de los congresos, pero no fue el último, desde luego. Gratamente impactado por la intervención de Les Luthier, cuando me topé con los comentarios de Fontanarrosa no verifiqué que se trataba de una información ya vieja, generada en otro congreso. Entonces, reproduje una parte de su intervención. Lo que dijo, me parece digno de retomarlo y no me arrepiento de su inclusión, pues es tan válido como entonces. Lo lamentable es no haberme percatado de cuándo lo hizo. Espero me disculpen.  

Enrique R. Soriano Valencia
Enrique R. Soriano Valencia
Mexiqueño. Licenciaturas en Periodismo y Ciencias de la Educación. Premio Estatal de Periodismo Cultural 2009. Cuatro libros y tres centenares de talleres, cursos y conferencias sobre Redacción, Ortografía, Formación de Instructores y aspectos de la cultura mexica. Correo electrónico: sorianovalencia@hotmail.com Facebook: Chispitas-de-lenguaje Twitter: @ChispitasDeLeng

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