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miércoles, abril 24, 2024

La fuerza de la minúscula

La mayúscula persiste en la mente de algunos redactores, pero está en franco declive. Todavía hay oficinas que escriben todo el cuerpo del texto con mayúscula (sostenida, le llaman), cuando la tendencia histórica en español ha sido favorecer las minúsculas. Incluso, los encabezados de libros, capítulos o rótulos –último bastión de las mayúsculas– modernamente suelen presentar solo la inicial de la primera palabra y acaso alguna otra que corresponda por otra razón. La muestra está en los últimos libros publicados por las academias de la Lengua: Diccionario panhispánico de dudas (2005), Nueva gramática de la lengua española (2009), Ortografía de la lengua española (2010). El uso de la minúscula se impone frente a la mayúscula.

En nuestro idioma, a la mayúscula inicial solo debe recurrirse como diferenciador (por puntuación y por razón diacrítica). El noventa y nueve por ciento de un documento está escrito con letras minúsculas. Por eso, en la página 446 de la última Ortografía –conocida como OLE 2010– señala «…se aconseja, en caso de duda, seguir la recomendación general de utilizar con preferencias la minúscula».

Cierto es que en la antigüedad solo había mayúsculas. También es cierto que en otros idiomas el criterio es distinto (en alemán, por ejemplo, todos las palabras que refieren personas, animales, cosas o conceptos –sustantivos–, se escriben con inicial mayúscula). Pero en español la tendencia es favorecer el uso de minúsculas.

Por tanto, se considera inapropiado todo un texto en mayúsculas. Incluso porque hasta en estos casos se cometen errores ortográficos (además de aquel mito según el cual las mayúsculas están exentas de tilde o acento gráfico). Si el texto incluyere los símbolos de medida, digamos kilovatios –ejemplifica la OLE 2010– es obligada la minúscula, a pesar de la mayúscula en todo el resto del texto: «SUBE EL PRECIO DEL kW» (p.451). Ello debido a que los símbolos de unidad de medida obligadamente se escriben en minúscula, con excepción de las procedentes de nombres propios (como Watt, Newton o Pascal). Así, kilómetro se escribe km (sin punto al final) porque el prefijo de cantidad y la unidad son nombres comunes; pero un newton por metro cuadrado será N/m2, porque el primer elemento procede del nombre del físico inglés.

La mayúscula por puntuación no tiene mayor duda. Sólo hay titubeo después de abreviatura: no aplica inicial mayúscula en la siguiente palabra, a menos que coincida con punto y seguido. Donde hay muchas dudas es en la mayúscula diacrítica. Se usa en sustantivos –personas, animales, cosas o conceptos– cuando son únicos. Por eso, cuando alguien es reconocido por el apodo, lleva inicial mayúscula el sustantivo, no el artículo: Manuel Benítez, el Cordobés (tampoco comillas).

Este último es un error muy regular tanto en los medios como en los documentos oficiales (boletines, actas, oficios, etc.): *«Amado Carrillo, (a) “El Señor de los Cielos”…». Que yo sepa, no es él quien ostenta ese nombramiento. Por tanto, lo adecuado será: «Amado Carrillo, el Señor de los cielos,…» y solo entrecomillado si el apodo se intercala en el nombre: Raúl el «Conejo» Pérez.

 

Enrique R. Soriano Valencia
Enrique R. Soriano Valencia
Mexiqueño. Licenciaturas en Periodismo y Ciencias de la Educación. Premio Estatal de Periodismo Cultural 2009. Cuatro libros y tres centenares de talleres, cursos y conferencias sobre Redacción, Ortografía, Formación de Instructores y aspectos de la cultura mexica. Correo electrónico: sorianovalencia@hotmail.com Facebook: Chispitas-de-lenguaje Twitter: @ChispitasDeLeng

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