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viernes, abril 26, 2024

Las palabras y su historia

Las palabras, junto con el ser humano, evolucionan. Surgen a partir de una necesidad práctica de nombrar a alguien, algo, una situación o una conceptualización (como el cero, que refleja inexistencia numérica). Con el uso y la transformación social, los vocablos cambian y se olvida su origen. Por eso, recordarlo, permite encontrar más sentido a lo nombrado.

Pongamos el caso de la voz «redacción». En libros se le define como «el arte de escribir bien y con belleza». Desde luego que un buen texto contiene esos elementos, pero esa descripción no auxilia a quien se inicia o pretende hacerlo correctamente. Revisar su etimología (así como su evolución) ofrece sentido más claro. Su procedencia es del latín, «redigere». Esta palabra significa «orden». Entonces, redactar es básicamente organizar las ideas para exponerlas. Este conocimiento lleva a considerar que antes de escribir, vale la pena planear lo que se expone. Así, se rebasa la ambigüedad de «escribir bien» de la definición actual, que desde luego se conseguirá cuando el documento esté bien organizado acorde al propósito.

Hace unos días, las academias de la Lengua presentaron como recurso electrónico el Nuevo diccionario histórico del español (NDHE; http://web.frl.es). Este recurso es una herramienta para conocer la evolución del idioma, mediante comparación de acepciones y ortografía incluidas en el diccionario académico Usual, ediciones 1780, 1817, 1884, 1925, 1992 y 2001 (es el que registra los usos en una época determinada).

Pongamos por ejemplo la palabra «huésped». En la edición de 1780 aparece como «huesped», sin tilde o acento gráfico. Desde la edición de 1992 se admite e incorporó su femenino: «huéspeda». En la edición más antigua se lee en las acepciones 2 y 3: «Se toma algunas veces por el mismo que hospeda en su casa á alguno // El mesonero, ó el que tiene casa de posadas, y recibe en ellas huéspedes pasageros y forasteros» (he respetado la ortografía original). Es decir, antiguamente era indistinto llamar «huésped» tanto a quien se alojaba, como al alojador; pero desde la edición de 1780, socialmente ya empezaba a perder este sentido. Actualmente, el Diccionario de la Real Academia Española, DRAE, mantienen los dos, pero la acepción de «quien recibe» ha quedado como la menos común (en el habla cotidiana ya nadie da ese sentido a «huésped», únicamente en la Biología, donde aplica para el organismo que recibe a un virus o bacteria).

La palabra «presidenta», indica el NDHE, no es nueva. Esta voz ha sido más común desde que han llegado al poder ejecutivo mujeres (Chile y Argentina en Hispanoamérica) y en México se escucha en la propaganda de la mujer candidata a la Presidencia (2012). A causa de un correo electrónico de dudosa procedencia, hay quien asegura que no es una palabra admitida. Sin embargo, este nuevo recurso reporta que en 1782 no era voz aceptada, pero en 1817 ya era una palabra en uso y reconocida oficialmente. Su definición, originalmente, estaba asociada al varón. «La muger del presidente ó la que manda y preside en alguna comunidad» (sic). Pero desde la edición de 1884 es, simplemente, «La que preside».

Enrique R. Soriano Valencia
Enrique R. Soriano Valencia
Mexiqueño. Licenciaturas en Periodismo y Ciencias de la Educación. Premio Estatal de Periodismo Cultural 2009. Cuatro libros y tres centenares de talleres, cursos y conferencias sobre Redacción, Ortografía, Formación de Instructores y aspectos de la cultura mexica. Correo electrónico: sorianovalencia@hotmail.com Facebook: Chispitas-de-lenguaje Twitter: @ChispitasDeLeng

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