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lunes, abril 15, 2024

Lenguas nativas

La realidad lingüística de México aún es amplia… pero tiene el riesgo de perderse. De acuerdo a la Unesco, hay 3 mil lenguas en el mundo en peligro de desaparecer, porque los grupos étnicos van extinguiéndose (a causa de la migración o mezcla con otros grupos), porque sus hablantes primarios las van abandonando y porque no existe una verdadera vocación político administrativa para hacerlas coexistentes con el idioma oficial (política lingüística). México no es ajeno a esa desgracia.

En México existen poco más de sesenta y cinco lenguas. Veinticinco de ellas corren el riesgo de quedar extintas en los próximos cincuenta años. La sociedad mestiza les presta poca atención o definitivamente las menosprecia. Aunque la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas en su artículo 4 les da el mismo rango que el español, como producto histórico de nuestra nación, las prácticas social y político-administrativa son totalmente desiguales.

Para muestras, es suficiente con el mismo título de la Ley. Si el español tuviere el mismo rango, no habría distinción en que es una ley para las lenguas indígenas, sería una ley para las lenguas nacionales. Acorde a la forma en que se enuncia el nombre de esa ley, y de acuerdo al artículo cuatro, el español estaría considerada una lengua indígena y ello es totalmente falso. Es una lengua nativa (pues ha arraigado en el país), pero de ninguna forma es de los pueblos indígenas; sí del pueblo mexicano.

Por otra parte, ninguna ley en los estados admite iniciar trámites jurídicos en ese tipo de lenguas. ¿Por qué sucede así si tienen el mismo rango del español?, según la ley citada. Muchas de las normas, tanto federales como locales, expresamente mencionan que se deberá escribir en español (y para desgracia, ni siquiera las reglas de este idioma respetan). Entonces, ¿en dónde está verdaderamente la vocación de igualar las lenguas nativas con el español?, ¿de qué les sirve aprender a escribir su lengua? Si tienen el mismo rango, lo de menos es que un indígena inicie cualquier proceso administrativo o judicial en su lengua materna. La autoridad, entonces estaría obligada a recurrir a los traductores y a involucrarse más en comprender usos y costumbres. Así, podría armonizarse mejor las leyes mestizas y la realidad nacional, multiétnica.

Los legisladores también debían estar obligados a conocer, al menos, las lenguas de su localidad. Y con ello, valorar su visión y tradiciones. Leyes locales de defensa, fomento y protección de lenguas nativas son inexistentes en las entidades federativas (incluyo a la Ciudad de México). Parecen conformarse con la inconsistencia de las leyes federales.

Cuando una lengua desaparece, también se aniquila una visión de la realidad que enriquecía a la humanidad; realidad que tomaba cuerpo en tradiciones, música, vestimenta, festividades y artesanía. Cuando una lengua deja de hablarse, sus descendientes solo pueden mirar en libros y museos lo que fue su pasado; ya están impedidos para vivenciar aquel existir. Cuando un habla se extingue, una parte de nosotros se va con ellas; aunque nunca nos demos cuenta.

Aún somos muy ricos en México en este sentido. De nosotros mismos depende que esa parte permanezca… si somos lo suficientemente hábiles para fortalecernos en ello.

Enrique R. Soriano Valencia
Enrique R. Soriano Valencia
Mexiqueño. Licenciaturas en Periodismo y Ciencias de la Educación. Premio Estatal de Periodismo Cultural 2009. Cuatro libros y tres centenares de talleres, cursos y conferencias sobre Redacción, Ortografía, Formación de Instructores y aspectos de la cultura mexica. Correo electrónico: sorianovalencia@hotmail.com Facebook: Chispitas-de-lenguaje Twitter: @ChispitasDeLeng

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