En días pasados, por el Día del libro, me di a la tarea de comprar en la Feria de León la última obra de las Academias de la lengua: el Libro de estilo de la lengua española. La obra fue presentada el año anterior en Madrid, España. Desde entonces estaba en librerías, aunque en la ciudad donde radico no fue surtido (y, quizá, tampoco requerido por libreros). Ahora que lo leo, lamento mucho no haber hecho un esfuerzo mayor para conseguirlo antes. La obra es un compendio sensacional de múltiples detalles de la lengua que no están resueltas en las anteriores obras (Diccionario panhispánico de dudas, Gramática y Ortografía: algunos aspectos, sí; pero aquí se detallan y amplían). Retomo algunas pocas puntualizaciones pues el espectro es amplio.
Cuando uno revisa las conjugaciones de los verbos, en ningún caso aparece ‘vistes’, ‘dijistes’ u ‘oístes’, por citar las palabras más usuales. De ahí se deduce que esas formas no están aceptadas. Sin embargo, algunos insisten (me ha tocado lidiar con alguien así) que tampoco están prohibidas. Y, a pesar de la lógica del idioma, sostienen que lo no prohibido de alguna forma está permitido. Por fortuna, este libro indica claramente que son una barbaridad. Por lo tanto, deben evitarse.
Otro asunto, ahora referido a la moda del lenguaje incluyente, se han propuestos alternativas antihistóricas como usar una vocal e para no recurrir al masculino genérico o desdoblar para enunciar los géneros masculino y femenino. Esta alternativa propone enunciar niñes para abarcar niños y niñas. El Libro de estilo precisa que eso es una barbaridad. Y también indica que es igualmente inválido combinar símbolos (como la arroba) con el mismo propósito (niñ@s). En todo caso se debe recurrir a la barra o al paréntesis: niñas /os o niñas (os).
Algo ya enunciado en la Ortografía de 2010 es que los títulos o encabezados jamás deben terminar con punto; quedaban en indefinición algunos enunciados compositivos con similar característica. Las Academias ahora precisan que tampoco debe finalizar con punto los subtítulos, fechas en texto independiente, lemas y frases publicitarias (llamadas eslóganes), pies de fotos e imágenes y exclamaciones en globos de cómics. Eso también significa que si va a listar una serie de aspectos después de dos puntos, cada opción no debe cerrar con punto.
El punto de fin de párrafo, nos dice esta novedosa obra, siempre irá después de las comillas al cerrar una cita: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. (He usado en esta ocasión comillas inglesas y no las españolas, como lo he venido haciendo desde hace años en esta columna, para facilitar la comprensión de este punto a quienes no están familiarizados con mis escritos).
Algo que ya había observado, pero no en libros académicos, es que es posible añadir una aclaración entre paréntesis después de punto, como lo he hecho en el párrafo anterior. Aunque nunca se dio la ocasión de pronunciarme al respecto, en lo personal no lo consideraba aconsejable. Ahora la nueva publicación enuncia que es una práctica correcta.
Las diferencias entre abreviaturas, siglas y acrónimos son varias. Las primeras terminan en punto y en las otras figuras no aplica; las primeras y las últimas presentarán acento gráfico si les corresponde. Los acrónimos de instituciones o programas se enuncian con mayúscula inicial, las demás letras con minúscula y con acento si les corresponde: Pémex. En este aspecto, el Diccionario panhispánico de dudas ya enunciaba la respectiva regla. Sin embargo, ahí ejemplificaba con vocablos como láser (del inglés), pero dejaba los acrónimos de instituciones y programas sin precisar. Ahora aquí nos los señala y enuncia como ejemplo el acrónimo de la Fundación para el español urgente, Fundéu.
En la siguiente colaboración seguiré con otros aspectos que vale la pena conocer de este nuevo Libro de estilo.
