La robótica es una especialidad de la informática. Apenas en 1992, el diccionario
oficial de las Academias de la Lengua incorporó esa palabra. La define como:
«Técnica que aplica la informática al diseño y empleo de aparatos que, en
sustitución de personas, realizan operaciones o trabajos, por lo general en
instalaciones industriales». Esa voz procede de la palabra robot, incluida al
diccionario oficial desde 1970, con el sentido de: «Máquina o ingenio electrónico
programable, capaz de manipular objetos y realizar operaciones antes reservadas
solo a las personas».
Las sociedades en su conjunto son las que van forjando su idioma. Cuando aparece
una voz y satisface las necesidades de la sociedad, de inmediato se adopta. De lo
contrario, simplemente no se presta atención y se relega. Es el caso de autómata,
que en nuestro idioma pudo haberse usado en vez de robot.
Anteriormente el fenómeno de incorporación de palabras era muy local. Un grupo
aislado de personas adoptaba por alguna razón una palabra y así iba construyendo
un idioma diferenciado de otros. De esa forma se forjaron los actuales idiomas a
partir del indoeuropeo. Ahora esa práctica ha emigrado al globo terráqueo. Muchas
voces pasan por la simpatía del mundo. Es el caso de robot y robótica: palabras
incorporadas a la mayoría de los idiomas.
Robot, con el sentido moderno, fue usada por primera vez por el dramaturgo checo
Carel Kapel en su novela R.U.R., publicada en 1920. Se trata de una historia de
ciencia ficción, donde una supuesta compañía del futuro —llamada Robots Universal
Rossum— se dedica a fabricar seres para trabajos forzados. La característica de
esas máquinas es que tenían forma humana, pero carecía de conciencia. Kapel
tomó el vocablo robota del checo, que significa trabajador forzado o esclavo y lo
aplicó a los artefactos. En la historia, la maquinaria autómata debía obedecer
ciegamente a sus dueños. El propósito de esos mecanismos es que respondan a
una programación determinada de forma absolutamente fiel. La palabra gustó y
tanto novelistas como cuentistas empezaron a echar mano de ella para definir a esa
mezcla tecnológica humanoide entre sistemas motores y procesador de datos.
Fue Isaac Asimov —científico, divulgador, novelista, ensayista ucraniano,
nacionalizado norteamericano— quien forjó el término robótica para referirse a
todas las actividades relacionadas en el diseño, producción, operación y
mantenimiento de los robots. El concepto previsto por Asimov hoy es una realidad
en la tecnología, además de una especialidad profesional.
Robot es una de las pocas palabras admitidas que se pluraliza sólo agregando S al
final, sin una vocal intermedia entre consonantes finales: robots.
Como los científicos, dudo sinceramente que alguien cree sistemas tan complejos
que se cuele una programación diferente a la prevista, como describen los relatos de ciencia ficción que popularizaron el vocablo. Jamás serán una amenaza los robots.
Siempre estarán al servicio del hombre, como sus parientes lejanos… la maquinaria.
Ningún instrumento del hombre es malo o negativo; su uso inadecuado es lo que
amenaza. Pero eso pertenece a las debilidades del ser humano. De ahí que, de
corazón y no como una programación, les deseo una feliz e intensa Navidad.
sorianovalencia@hotmail.com