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viernes, abril 19, 2024

Todos, lingüistas

El lenguaje es distinto del habla. En el cerebro, son áreas diferenciadas (ambas en el hemisferio izquierdo). El habla es la capacidad de articular un lenguaje (combinar emisión de aire, con las cuerdas bucales y movimientos de la boca); en tanto el lenguaje es el conjunto de sonidos articulados, con una intención, sentido y propósito; lo que implica un código (conjunto de normas con un determinado valor y sentido), pero también una modalidad (lenguaje culto del inculto, por ejemplo).

Como seres humanos, dado que es característica de nuestra género (como ser bípedos; eso se presenta en todas las razas, otro de los elementos distintivos), cualquier persona tiene el don del habla (a menos que padezca alguna lesión en cualquiera de los elementos que se combinan para ello). Lo que cambia es el lenguaje. La forma de comunicarnos es diferente de la capacidad que tenemos para hacerlo.

El habla es tan inherente al ser humano que hasta los individuos con retraso mental lo articulan. Quizá su contenido no sea comprensible, pues a pesar de estructurar oraciones, al parecer sus ideas y pensamientos no se encuentran en la misma sintonía o codificados de la misma forma que el resto de la sociedad. Sin embargo, la capacidad del habla está presente (que conste: no es referencia a algún político).

El código (lenguaje) se aloja en una zona cercana al razonamiento y al habla, en el cerebro. Y este código no es simplemente el registro memorizado de sonidos o vocablos. Se inserta como un sistema con una profunda relación con el razonamiento para que opere adecuadamente. Sin esta estrecha vinculación, simplemente tendríamos la habilidad de un loro (repetir palabras sin sentido, insisto en mi observación anterior).

Pongamos por ejemplo a un niño. Si fuera un registro memorizado el habla, entonces jamás diría *«sabo» si en su ambiente nadie lo expresa así. ¿Por qué entonces lo hace? En el caso del lenguaje, el niño no repite palabras (conjunto de sonidos con un sentido). Lo que sucede en el cerebro del niño es que va incorporando el lenguaje a su cerebro, pero lo asocia al razonamiento y con ello articula la lógica general de funcionamiento del sistema lingüístico. Así, en el fondo, todos somos lingüistas pues entendemos la lógica organización del sistema codificado que llamamos idioma. Entendemos desde niños cómo funciona el idioma. El ambiente (padres, principalmente y maestros) se encarga de irnos corrigiendo y con ello vamos familiarizándonos más con los vocablos y profundizando en la modalidades y operación del idioma.

De esta forma, el niño –con la corrección– además de la modalidad específica del vocablo corregido («No se dice “sabo”, se dice “sé”»), también amplía su conocimiento hacia las modalidades del idioma (empieza a diferenciar la conjugaciones regulares de las irregulares, por ejemplo y la lógica constructiva).

En alguna ocasión a un niño de 6 años que se le explicaba la Rosa de los Vientos (la brújula a un lobato), se le especificó que el punto entre el Sur y el Este se le llama Sureste. Entonces, se le preguntó cómo se llamaría el punto entre el Sur y el Sureste. Con toda lógica respondió *«¡Resureste!». Era obvio que había recurrido al prefijo re– porque cuando algo se presenta dos veces se recurre a este prefijo (como reordenar, ordenar de otra vez). Estaba usando la lógica del idioma.

Por eso, ese sistema presentará deficiencias si la corrección es inadecuada («¡No se dice “estuata”!, escuincle tarugo. Se dice *menumento»). El daño se produce tanto en el vocablo mismo (se usa inadecuadamente *fotocopea, en vez de fotocopia), como en el sistema general de organización del lenguaje. El niño entonces construirá deficientemente y no comprenderá con toda precisión mucho de lo que escuchará.

En el fondo todos somos lingüistas pues desde pequeños hemos vinculado a nuestro razonamiento la forma en que debe emplearse cada vocablo. La enseñanza del idioma, por tanto, debe aprovechar esa capacidad, encauzarla y acrecentarla. La gramática debe posponerse hasta el dominio del idioma. Padres y escuela deben iniciar por desarrollar la habilidad de construir eficientemente su comunicación y después estudiar académicamente el idioma.

 

Enrique R. Soriano Valencia
Enrique R. Soriano Valencia
Mexiqueño. Licenciaturas en Periodismo y Ciencias de la Educación. Premio Estatal de Periodismo Cultural 2009. Cuatro libros y tres centenares de talleres, cursos y conferencias sobre Redacción, Ortografía, Formación de Instructores y aspectos de la cultura mexica. Correo electrónico: sorianovalencia@hotmail.com Facebook: Chispitas-de-lenguaje Twitter: @ChispitasDeLeng

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