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miércoles, abril 24, 2024

Eran unas niñas ¿quién las mató?

A ustedes Valeria y Joana
 A quiénes este país,  sus instituciones, sus normas
 y la sociedad  les hemos  quedado a deber,
con sus  12 y 6 años pagaron con su vida nuestra naturalizada indolencia.

 

Era 8 de junio de 2017, varias personas  conocíamos del dolor e indignación de los padres de Valeria, una niña de tan solo 11 años originaria de ciudad Neza, estado de México, a quien habían asesinado después de haberla secuestrado y agredido sexualmente. Esa niña que fue encaminada por su padre al transporte público para resguardarla de la lluvia, según declararía  él mimo horas más tarde,  sería encontrada sin vida un día después en el asiento trasero de la camioneta. Con el hallazgo de su lastimado cuerpo, y ante las múltiples  reacciones que generó este hecho que a todas luces era un feminicidio, el día 10 las autoridades  agilizaron investigaciones y presentaron como responsable el conductor de la combi José Octavio “N”. No habría proceso, este sujeto “se habría ahorcado en su celda”, según informaró personal de la Procuraduría.

En las redes sociales, múltiples testimonios de irá, de indignación,  preguntas,  reclamos a las autoridades, pero también  a los padres de Valeria. Al padre, le cuestionaban haber dejado a su hija en un transporte público, no haberse subido con ella, no llevarla caminando con él.  Como si miles de padres y madres no lo debieran hacer diariamente  obligados por las circunstancias laborales y de vida, cuando el costo del pasaje obliga a la decisión, o cuando se pretende en una conciencia de cuidado y amor proteger, en la desprotección que se ignora.

En los comentarios  de las notas periodísticas, desde el cómodo anonimato que privilegian  lo que Ricardo Raphael denomina “las masas acríticas”, se leían las opiniones sobre el clima,  si ese día había lluvia  o no, para justificar que la menor hubiera sido subida en transporte público sola,  señalaban de omiso al padre, “quien debió cuidar más de su hija, no exponerla, no entregarla”. Llevarla con él en la bicicleta, aunque la menor caminara debajo de los rayos del sol o con  lluvia,  cuestiones que dijo en entrevistas el papá de Valeria, le quiso evitar  recién la recogía de la salida de la escuela, asumía que estaba cansada.

En una de las entidades de mayor riesgo para las mujeres, la Fiscalía General de Justicia del Estado de México registró que de 2011 al 2016 hubo 305 crímenes de odio en contra del género femenino, a pesar de esos datos, apenas a unas horas de haberse dado a conocer el crimen perpetrado contra Valeria,  de lado se dejaron los reclamos a una autoridad que debe regular, entre todo lo pendiente, la prestación y condiciones del transporte público. Gobierno, autoridades, funcionarios, prestadores de servicio, tuvieron una presencia diluida en medio de un debate viral que concentró su atención en “la responsabilidad del papá por acción y seguro la de la madre por omisión…”.

Horas más tarde personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos señalaba, “(la denuncia de desaparición de Valeria) no fue debidamente atendida por las autoridades que conocieron de la misma”. Ni esta, ni otras declaraciones que obligaban a ver y cuestionar a la autoridad lograron que en los espacios dedicados en medios de comunicación a los comentarios se dejará de cuestionar al padre, e incluso a la madre, de quienes se hizo público eran divorciados e incluso, ya tenían nuevas parejas. Ello abono al aumento de la crítica social, seguro por ser divorciados no cuidaron suficiente de su hija, si estuvieran casados eso no hubiera ocurrido, si no tuvieran nuevas parejas, etc. Con estos señalamientos omitían que según el INEGI (2016)  el 10% de la población en promedio está divorciada. Lo que indica, de acuerdo a esta lógica de opinión en redes,  que existe un amplio universo de hijos e hijas de padres divorciados que están en latente riesgo de que les ocurra lo sucedido con Valeria.

¿Y entonces quien es él o los o las responsables del ataque sexual y asesinato de Valeria? ¿Las autoridades por tan indolentes como omisas, los padres por no haberla cuidado lo suficiente (ser divorciados)  y anticipar que en el transporte público manejan personas sin ningún tipo de proceso de selección ni de regulación?, ¿o lo es la sociedad cuyo  ser tan ligera como acrítica en sus aseveraciones? ¿O será José Octavio “N” quien la vulneró en todos sentidos hasta matarla?

El lunes 28 de agosto Joana Lizbeth, de 6 años de edad en Celaya, Gto, desaparecida  desde el viernes anterior, y así reportada por sus familiares a las autoridades,  fue  encontrada muerta en un predio baldío.  Personal de la Procuraduría del estado de Guanajuato dio a conocer que  su muerte fue producto de varios golpes en la cabeza, sin que se pueda afirmar, algunos medios también daban cuenta de que presentaba signos de violencia sexual.

Dos días, 48 horas y una toma de carretera por parte de los familiares para exigir atención y actuación  a autoridades debieron ocurrir para que fuera encontrada, sin vida, solo un lastimado cuerpo, otra vez.

La pequeña Joana había salido de su casa  a una tienda cercana por unos helados, la última vez que se la había visto con vida fue ese viernes alrededor de las 21:00 horas. Con el hallazgo del cuerpo en descomposición de Joana, también se agilizaron investigaciones y se presentó con celeridad a un presunto responsable, Ángel Jesús “N” de 25 años. A una semana, será hasta el viernes 1 de septiembre cuando se realice la audiencia para formular imputación. De él se sabe era vecino de Joana y contaba con antecedentes de agresiones sexuales. Conocía a Joana y a varios niños y niñas vecinas.

Como en el asesinato de Valeria, los medios y sus portales se convirtieron en espacios de cuestionamientos y culpabilidad, un señalamiento era reiterado, “¿y qué hace una niña de seis años sola en la calle. Hay negligencia por parte de los padres también”. A éste, se sumaron otras opiniones, que se presentaban como juicios categóricos, insisto desde el cómodo, parcial e indolente anonimato:

“…Estos infames individuos, peor que animales, tienen casi invariablemente un historia familiar compleja y cuyos padres y madres fueron desobligados, indiferentes o laxos con respecto a su educación… Tú no cometas ese error. Regresemos a la educación de nuestras abuelas y a Dios.” (Irán Mont Blanc)

“…Pero a qué padre o madre con una pizca de sentido común y sobre todo de responsabilidad le permite a una niña o niño ir a comprar solo en la noche, esto raya en lo estúpidamente irresponsable por parte de los dos que dicen llamarse “padre y madre” increíble algo que se pudo haber evitado por la simple responsabilidad este par de individuos mandaron a la nena a la boca del lobo y por desgracia así abundan los “padres y madres” modernos…” (Héctor)

“…¿quién deja a una criatura de 6 años salir sola de noche?. Los papás deberían sentirse responsables de este crimen. Ya los tiempos no están para descuidar a nuestros niños…” (Mam)

“…Y los padres donde estaban???? A las 9:30 de la noche una niña de 6 años ya debe estar durmiendo en su casa y no en la calle sola ahora sí ya lloran!! cuando los padres son los únicos culpables por irresponsables!! (Gato)

Como si la madre de Joana, Karina Colín, supiera que era señalada por su responsabilidad en lo ocurrido, durante el sepelio, según dan cuenta algunas crónicas periodísticas, ella no dejaba de gritar “yo no la mandé a la tienda”. Un doloroso y culposo grito que no impactó a quienes siguen señalando de responsabilidad a la familia de la menor, quienes hoy viven la ausencia, el duelo, el dolor, la indignación, y adicional, el juicio social. Una sociedad que pareciera mostrar mayor empatía con una autoridad omisa y un criminal con antecedentes, que con una familia que esperaba con confianza en casa el regreso de su única hija.

La desaparición, el hallazgo del cuerpo y la investigación del crimen de Joana, no ha sido una noticia que espacios titulares, tampoco ocupó las agendas discursivas  de  las y los actores públicos, apenas un presidente municipal de Celaya Ramón Lemus que, anticipando su deslinde los hechos y sumándose a los señalamientos, declaró “las autoridades estuvieron siempre apoyando… hago un llamado a padres de familia para que cuiden de sus hijos y realicen actividades con ellos…”. Autoridades del sistema estatal o municipal DIF, el propio Instituto de las Mujeres Guanajuatenses (IMUG) han evadido participar de una pertinente explicación, análisis, aclaración y reivindicación de lo que en su conjunto significa el asesinato de una niña, el asesinato de Joana. Esto a pesar de que apenas en días pasados se difundía en medios de comunicación que en lo que va de este año, se han registrado 54 casos de asesinatos a mujeres en la Región C, y donde Celaya lidera la lista de homicidios dolosos.

¿Quién es responsable lo ocurrido con Joana? Una menor próxima a ingresar a la escuela primaria, originaria de un contexto donde priva la desigualdad, habitante de un municipio y de un estado que en los últimos años, como en el estado México, se ha denunciado las agresiones sistemáticas a mujeres y niñas.

 ¿Quién es responsable, las autoridades que se preocupan más por no ser señaladas que por dar cuenta de su actuación puntual y diligente en este y otros casos de agresiones a mujeres?

 ¿Acaso los responsables son la familia, que como muchas familias confían en el desplazamiento de sus hijos en zonas que identifican como seguras para ellos y sus hijos? Ahí han vivido, ahí han crecido, eso es lo que conocen, tienen amigos, vecinos, confían en ellos. O lo que también es una probabilidad en el colectivo imaginario ¿se debe exigir conciencia  a los padres, que seguramente asumen que la tuvieron, al educarlos y criarlos como consideran es debido?

  ¿Nuestro juicio no debiera ser categórico, sin distractores para señalar al culpable, a quien se la llevó del lugar y la lastimó hasta matarla?

A Valeria y a Joana las mataron una cadena de omisiones institucionales, prácticas familiares y sociales, y en concreto una autoría material. Quien mata tiene cuerpo, tiene nombre e intencionalidad, ¿quién los menciona? ¿Quién les exige (a los asesinos) que sus padres no los hayan formado como gente de bien? ¿Quién señala a los padres de los inculpados? ¿Por qué diluir su responsabilidad equiparándola con la de los  padres de Valeria o de Joana? Absurdo y grotesco equiparar niveles de responsabilidad

¿En qué momento justificamos el asesinato a una niña?

Ellas pagaron con su vida el ser mujeres en un país, en un estado, en un municipio, donde todavía nos falta mucho camino para garantizar sus vidas, su integridad, e incluso, sus memorias.

 

Pd            Y a esta imputación de absurdas de culpas y evidente incomprensión de la violencia a las mujeres,  se suma lo declarado el día de ayer en conferencia de prensa convocada por el Instituto de las Mujeres Irapuatenses (INMIRA) por la terapeuta Silvia Maldonado, quien señaló “…en un divorcio, las mujeres son las generadoras de la violencia psicológica hacia los hombres, principalmente hacia sus propios hijos, suelen utilizarlos como instrumento de chantaje y venganza….”

De la función pública al debate social viral… la acrítica y parcial opinión, las mujeres responsables de las agresiones y sus asesinatos.

Iovana Rocha
Iovana Rocha
Maestra en Política y Gestión Pública. ITESO- Universidad Iberoamericana, León. Docente. Universidad de Guanajuato. UNIVA. Universidad Iberoamericana, León. Activista por los Derechos de las Mujeres. Asesora.

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