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miércoles, abril 24, 2024

¿Y nosotros?… ¿Nos quedamos con nuestra muerta, nuestro huérfano y nuestro dolor?

Me decía mi padre, tan hermoso:
No odie, mi´hijita, no odie a nadie nunca, miíjita, el odio es terrible.
Pelee, pelee, pero sin odio.

Recuerdo que Gabriela Mistral dijo que José Martí hizo el milagro
de pelear sin odio, nunca se me ha olvidado eso.
(Extracto de entrevista a Rosario Ibarra de la Piedra, Mujeres Grandes)

…¿Qué es justicia?… Nada es justo, lo justo es que ella estuviera viva, cualquier pena, cualquier reparación del daño nunca va ser suficiente…

Cuando lo detuvieron lloré, lloré porque no deberíamos estar viendo estas cosas… mi hermana lo amaba, no debía haberlo visto esposado, yo esperaba verlo vestido de blanco con mi hermana… ese era el plan. En cambio, le robó el derecho a mi sobrino de tener una mamá, una familia… eso no se lo puedo perdonar… 

El inicio de nuestra conversación es un largo respiro de ella, el aire que atraviesa sus pulmones y sus múltiples emociones permean a lo largo de la línea telefónica. Puedo imaginarla y entender su cansancio, pero también, alcanzo a percibir la esperanza que le representa seguir compartiendo su testimonio, su historia, la de su familia, la de su hermana, que ha hecho propia. Ella es Sandra Soto, una mujer de cuarenta años, abogada de profesión, originaria de Torreón, Coahuila, residente desde hace dos años en la Ciudad de México,  madre de dos hijos, y creadora de la página en Facebook, los machos nos matan en México, espacio único en su tipo.

“…no soy una activista, yo soy una víctima colateral del feminicidio, estoy forzada a estar aquí, no decidí estar, me vi obligada…

Una legítima desconfianza es el recibimiento de Sandra, los últimos meses ha estado inmersa en la adversidad, en el dolor, en la incertidumbre, en la defensa y en la búsqueda de la justicia para su hermana Serymar, la más pequeña de la familia. Su muerte provocada el 28 de enero de 2017 es  lo que explica la creación de una página cuyo propósito inicial era encontrar al asesino. Un recurso pensando desde la desesperación, Sandra logró el cometido. Ella encontró al asesino de su hermana, irónica y escalofriantemente, el día que estaba programa la boda entre Serymar y Jorge, su asesino.

Lo he visto, lo he palpado sin intermediarios, cuando las familias se ven atravesadas por el asesinato de una de sus integrantes: todo se mueve, se trastorna, el tiempo se detiene, nada vuelve a ser igual, ni el aire, ni la vida, ni la forma de entender el mundo. Cada integrante vive su propio proceso de duelo, de dolor, de ausencia y de indignación. Es el caso Sandra, la mayor de cinco hermanos, quien estableció una relación de hermana-madre con Serymar, la distancia generacional lo explica, cuando esta última nació, Sandra tenía 18 años, como muchas hermanas mayores en nuestro país asumió la crianza de sus hermanos de manera conjunta con sus padres, en particular la de Seymar, a quien cuidó como hija propia e incluso formó de manera conjunta con sus hijos.

Si bien la vida matrimonial llevó a Sandra a cambiar de residencia después de los 21 años, esto nunca fue impedimento para que la relación entre estas hermanas siguiera nutriéndose en el afecto y las vivencias. Vacaciones y días festivos eran propicios para no dejar de encontrarse. Así era la vida de ellas, hasta que él la mató ese 28 de enero.

Seymar. Su nombre está compuesto de los nombres de sus padres Sergio y María. A los 16 años tendría si primer novio, Isaac,  emocionada decidirán vivir la experiencia de establecerse en unión libre, a pesar de las resistencias iniciales de su familia donde prevalecían costumbres conservadoras que finalmente logró flexibilizar.  A los 17 años, conocerá  la maternidad de un niño al que nombrará Romeo. La joven relación culminará después del nacimiento de su hijo.

Pasarán unos meses, ella regresará a estudiar y dedicarse a su hijo hasta que por medio de una amiga en común conocerá a Jorge, un hombre tres años mayor que se presenta como un hombre detallista y atento. Iniciarán una relación que a los ojos de las familias “era normal”. Un conflicto que se alarga por algunos meses llevará a Serymar a  la ciudad de México, eran los meses de agosto a diciembre del 2015. Este hecho de apariencia “habitual entre las parejas” comienza a dar algunas pistas a la familia de ella sobre el tipo de relación entre ambos. Una relación de presencia pública afable, que empieza a generar dudas sobre su convivencia en privado, en palabras de Sandra, “nos comienzan a caer algunos veintes”, expresión habitual en nuestro entorno para explicar la revelación y reconocimiento de hechos antes no vistos.

Con esta antesala de iniciales sospechas, en julio de 2016 Jorge le pedirá matrimonio, un mes después, en presencia de las familias de ambos, la fecha que proponen para el enlace es 9 de agosto de 2017, un año para preparar una boda que ella imaginaba perfecta, con ese detalle la imagino.

Los meses previos a la boda se intensificaron algunas señales de alarma para la familia, poco espacio había para platicarlo, ella salía de casa muy temprano con él y su regreso era pasada la noche, eran días de intensos preparativos.

Iniciando el 2017 la pareja se traslada a Mazatlán para tomarse las fotos prenupciales, ya casi todo estaba listo, vestido, fiesta, misa, etc. Dos días después del regreso de tomar estas imágenes él la va atropellar. El último diálogo que las hermanas tendrán será el jueves, un día antes de ser asesinada,  Serymar de manera inicial se concentra en los detalles y anécdotas agradables del viaje, paso seguido comienza a compartir en otro tono otras confidencias “…discutimos en Mazatlán, tenemos muchos problemas, yo quisiera decirle a Jorge que tomemos una terapia familiar, si él no acepta, yo no quiero casarme…”. Esto último lo escucha la madre de ambas, quien le indica, “…no te cases, nadie te está obligando a casarte, ¿cómo es posible que desde ahora vayan a comenzar terapia, imagínate en algunos años como vas a estar?…”. Al escuchar esto se termina el diálogo entre las hermanas, Serymar se queda en silencio y opta por hacer otras actividades. A las 12 de la noche de ese día se dará el último contacto entre ambas vía mensaje de celular.

El 28 de enero, a las 6 de la mañana, Sandra recibirá una llamada del teléfono de Jorge, una voz masculina que le dice “Serymar tuvo un accidente, está en el hospital”, era la voz del papá de Jorge, quien le dice no saber nada de su hijo.  El hermetismo sobre los hechos comienza, no entienden que ha ocurrido, ella en el hospital y de él no había noticias. En el hospital todos hablaban “de un accidente”.

Los hechos habían ocurrido a las tres de la mañana, la familia había sido enterada tres horas después. La intervención de una doctora es contundente, “los golpes que presenta no son de un accidente, ella fue atropellada…quien la acompaño en la ambulancia, una amiga, señaló que fue su pareja quien lo hizo”. Al recordar este momento Sandra reflexiona:

“…para nosotros fue muy fuerte, nosotros no habíamos detectado señales de este nivel de violencia entre ambos, discusiones, regresos, pero no antecedentes de esto… En los días en el hospital comienzo a escuchar testimonios de sus amigas quienes nos confirman que Jorge era muy violento, gritón, escenas de empujones, golpes…Incluso algunos amigos tenía fotos de mi hermana con golpes que ella misma les compartió…Ella vivía violencia y nosotros no lo sabíamos, no lo habíamos detectado, empezamos a reconstruir una serie de recuerdos, una mano vendada que nos había explicado mi hermana que había sido un cajón, ahora sabíamos que había sido Jorge…Ahí entendimos que Serymar estaba en el último escalón de la violencia, nos enteramos demasiado tarde…“.

Cuando escucho a Sandra decirme esto, pienso en la infinidad de ocasiones que he escuchado estas frases en los familiares, quienes se cuestionan y recriminan no haber sabido antes, un duelo al que lo acompaña una injusta culpa y eso lo hace más complejo.

Unos días en terapia intensiva, alentaran las esperanzas de la familia sobre la recuperación de Serymar. Los golpes recibidos en diferentes partes del cuerpo, particularmente en la cabeza ocasionarán que el 3 de febrero le decreten muerte cerebral. Con los días sabrían por Nayeli, la amiga presente en el momento de los hechos, lo que ocurrió: una discusión entre ambos, la negativa de ella de regresar con él en el mismo carro. Jorge, su prometido, la había matado. La impacta con su carro en medio de un lote baldío, era pasada la media noche. No va ayudarla, ingresa a su carro a retirar cosas personales y huye corriendo.

Al momento de ser asesinada ella tenía 21 años y tres años de relación con Jorge. Con la complicidad de sus padres, éste huye. Seis meses estará prófugo hasta que Sandra logra ubicarlo.

Los machos nos matan en México, “…mi hija de 11 años me sugiere que haga una página donde comparta la foto de Jorge y lograr ubicarlo. Inicialmente la página se llamada Justicia para Serymar, yo estaba pensando en mi hermana… tres días después debía cambiarle el nombre porque era reportada y temía me cancelaran el espacio…Cambio el nombre, cada día compartía la foto de Jorge, comienzo a vincularme con otras víctimas quienes me piden compartir sus propios casos…”.

Así comenzaría el activismo y búsqueda de Sandra, hasta el 9 de agosto, día que estaba programada la boda.

“…ese día estaba yo en la sala de mi casa, sentada justo a un costado de las flores que coloqué para ella, la pensaba y recordaba la ilusión con la que esperaba ese día…en medio de esos pensamientos le hablé a mi hermana y le pregunté, ¿qué escribir para ubicar a ese hombre que tanto daño te había hecho?… Empecé a escribir sobre la boda (a la) que nadie llegó, así titule esa publicación, compartí el vestido, el ramo, la invitación…A los veinte minutos una persona me escribe y me pregunta, ¿Cómo le hago para denunciar a Jorge?…”.

El denunciante, a quien Sandra le promete total discreción sobre su identidad, desconocía que estaba hablando con la hermana de la mujer que Jorge había asesinado. El diálogo entre ambos es puntual, le indica la ubicación precisa de donde estaba ocultándose el asesino de Serymar: Parral, Chihuahua, a solo tres horas de Torreón. Con ciertas dudas al día siguiente Sandra informa a las autoridades, el  10 de agosto es detenido.

Sandra encontró al asesino de su hermana.

Pese a que las autoridades “invitan” al silencio “para no entorpecer procesos, ella transgredió. Su perseverancia, el amor y el compromiso “de hermana mayor” lo lograron. A diez meses de haber sido localizado, el proceso se encuentra en etapa intermedia, en esta etapa el Juez de la causa puede admitir las pruebas y decidir, como derecho del imputado, si el proceso será abreviado o será oral. En el primero caso, él deberá declararse culpable y obtendrá algunos beneficios. Esto se decidirá el próximo 6 de agosto en la audiencia. Una economía procesal que promueve reducción de pena, e incluso de reparación de daño. De no aceptar el juicio abreviado, ella teme “…por algún error de la autoridad que lo pueda absolver…”. Tendrán como familia que decidir, no participan todos de esta decisión, el padre de Sandra no quiere abordar el tema legal, a él “nadie le devuelve la vida de su hija”.

Romeo, el hijo de Serymar, hoy tiene cinco años, sabe que su mamá está muerta. En aquellos días estando en el hospital repetía a sus escasos cuatro años “…mi mamá vestida de novia vino a despedirse de mí…”. Está al cuidado de sus abuelos. Su presencia reconforta, no suple, la ausencia de Serymar.

Pero la lucha por la justicia de Sandra no se ha limitado al asesinato de su hermana, ha decidido emprender a la par la exigencia de los derechos que como hijo, hoy huérfano y víctima, tiene Romeo, y con él los hijos y las hijas de las otras familias a las que ha acompañado a través de la página. La reforma realizada el pasado mes de diciembre al artículo 26 bis de la Ley de Acceso a una Vida Libre de Violencia para las Mujeres,  le dan la pauta para este nuevo propósito. Los hijos y las hijas también son víctimas y el Estado también tiene un compromiso con ellos y ellas.

Su camino no cesa, sus pasos están dirigidos. El pasado 20 de junio organizó el Primer Encuentro de Familiares de Víctimas y Huérfanos por Feminicidio, un espacio que era necesario “…para reunirnos, para vernos, para escucharnos, no era suficiente el contacto a través de la página. Estábamos dispersos, familias destruidas, en medio de viacrucis, nos conocimos físicamente y establecer algunas acciones con objetivos compartidos, uno de ellos que las autoridades nos vean y nos reconozcan…”. Esa primera reunión terminó con una sensación de reconforto y solidaridad, queda el compromiso de establecer un Frente Nacional de Víctimas de Feminicidio, la falta de recursos y la distancia no serán limitantes, el próximo encuentro será en el estado de México, allá también hay muchos huérfanos esperando justicia.

El pasado lunes, Sandra viajó a Coahuila a firmar el Acuerdo  para la protección emergente de los hijos de las víctimas de  feminicidio. No está satisfecha con los resultados. Recibidos por el gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís, sin la presencia de prensa y sin darles la voz a las familias el evento término del acto, en medio de deudas y promesas incumplidas, una Sandra indignada señala:

“…es increíble que siendo el partido en el poder el PRI-gobierno no haya entendido la escandalosa derrota electoral que acaban de sufrir (sic) es precisamente (porque) se alejaron del pueblo y sus necesidades…nos dieron un mejoral insultante para callarme…el gobernador nos autorizó $66 pesos diarios para los niños, dos mil pesos al mes, cuando le habíamos pedido doscientos pesos diarios para cubrir mínimamente su estado de indefensión…” A esta ridícula cantidad se suma el compromiso de entrega de una despensa mensual para 18 huérfanos representando en reunión.

En noviembre  Sandra tiene previsto acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, lo hará, es firme en sus propósitos.

“…yo tenía una vida que no recuperaré hasta que logre la justicia para mi hermana y para Romeo… hoy mi familia, mi esposo y mis hijos, amorosamente esperan por mí…”

 

Iovana Rocha
Iovana Rocha
Maestra en Política y Gestión Pública. ITESO- Universidad Iberoamericana, León. Docente. Universidad de Guanajuato. UNIVA. Universidad Iberoamericana, León. Activista por los Derechos de las Mujeres. Asesora.

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