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martes, abril 16, 2024

Crisis de ideas

Hasta cierto punto es simple diferenciar a las ideologías políticas de las identidades partidarias. Las primeras referidas a los dogmas doctrinarios y filosóficos, que toman como base construcciones históricas para dar una explicación de la realidad política y social de la sociedad. Las segundas referidas en todo caso a las filiaciones institucionales que cierto grupo de personas deciden adoptar, para la defensa y promoción de cierta plataforma político electoral.

Ahora bien, es más complicado si a este análisis le ingresamos un elemento central a discutir, el de las ideas políticas. Según Hegel estas son dinámicas y, por tanto, susceptibles a evolucionar, de conformidad al contexto de que se trate. En cambio, las ideologías procuran ser estáticas y las bases doctrinarias por las que se sustentan suelen ser muy ortodoxas y resistentes al cambio.

En esa tesitura, ¿qué espectro político impera en el contexto del actual sistema de partidos en México? Es decir, ante la victoria de la coalición electoral de 2018, entre MORENA, PT y PES, y la sumatoria del PVEM en el legislativo, así como el reciente anuncio oficial de la coalición “Va Por México” en 2021 por parte del PAN, PRI y PRD en lo federal, ¿estamos ante una crisis de ideologías o de ideas políticas?

Para responder a esta pregunta valdrá la pena destacar dos momentos históricos. El más reciente es que el primer referente de “Va Por México” fue la alianza de agenda legislativa y gubernamental del “Pacto Por México”, para sacar adelante las afamadas reformas estructurales durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. En aquél entonces, el argumento oficial sirvió de base para dar rumbo de Estado, en la lógica gubernamental del momento, a una agenda en común sobre temas torales del país. No obstante, las elecciones de 2015 muestran un claro ejemplo de que la medida capitalizó el discurso de MORENA para crecer de manera solitaria, frente a la afirmación reiterada de la existencia de un “PRIAN” y la captura hegemónica de una corriente interior del PRD para hacerse de la dirigencia del partido del Sol Azteca, que por entonces como hasta la fecha, nada tiene que ver con el partido fundado a principios de los años noventa, por Cuauhtémoc Cárdenas, personaje escindido del PRI.

El otro elemento histórico este más alejado, precisamente es la transmutación que han tenido los partidos históricos de México y de donde han surgido los demás. El PRI, del nacionalismo revolucionario, al socialismo y al autoritarismo para finalmente anclarse al neoliberalismo, sea lo que signifique este último, tan referido por AMLO, también escindido del PRI y fundador de MORENA. El PAN, del nacionalismo conservador, al democristianismo, para finalmente también anclarse al neoliberalismo.

Estos datos muestran que el desarrollo de la transición democrática ha pasado por diversos episodios de fragmentación y desfragmentación político partidaria de grupos. Pero esto demuestra primeramente que existe crisis en el marco filosófico o de identidad de los partidos, nos encontramos ante una reconfiguración ideológica generalizada o simplemente estamos ante una evidencia clara del pragmatismo electoral.

Las identidades siguen siendo claras en muchos casos, ya que la ciudadanía incluso logra permear más a la identidad partidaria que a las ideologías políticas. Incluso hay quienes afirman de manera errada que su ideología es la priista, la panista, la morenista, etcétera. Por otra parte, la reconfiguración de ideologías es en todo caso una situación no solo propia de la realidad mexicana sino del mundo entero. Populismos de izquierda y de derecha por un lado y la apología del fascismo o del comunismo por el otro, van tomando fuerza, con elementos entrecruzados, bien aprovechados por unos y por otros. Por ello vemos abanderamientos de la causa femimista, ambientalista o de los derechos de las personas LGBT tanto de izquierda o de derecha. Esto último nos lleva a analizar la última posibilidad, el pragmatismo puramente electoral.

La práctica de los partidos de activarse solamente cuando hay elecciones deja en evidencia que los institutos políticos existen para eso. No es contranatura, ya que según Maquivalevo la política es de hecho el arte de acceder y mantener el poder. El problema radica en la manera en que se accede y la forma en que se mantiene el poder, en el contexto de un estado democrático de derecho, bajo la perspectiva de la gobernanza, la participación ciudadana efectiva y el diseño de verdaderas políticas públicas, así como los modelos de gobierno abierto, el combate a la corrupción, la transparencia proactiva, etc.

En síntesis se puede deducir que el pragmatismo es la razón por la cual tenemos este contexto, pero, ¿obedece o es causado por una crisis ideológica o de ideas? Ya revisamos que las ideologías, hasta cierto punto, se mantienen intactas en papel, aunque en la práctica no necesariamente sean coherentes con el actuar de quienes dicen promover la filosofía de su partido. Es entonces en el marco de las ideas, de cambio, de innovación y de legitimación ciudadana generalizada, donde encontremos mayor eco y razón a la situación actual.

Es la crisis de las ideas lo que ha permitido tener alianzas político partidarias contranatura, porque no les queda de otra, ante un discurso mediático entre polos opuesto de blanco o negro. Los clarobscuros, la diversidad, la inclusión y el respeto a disentir, dialogar y debatir para construir, más que para destruir al otro, ha impedido dar el siguiente paso en la idea de país que como mexicanas y mexicanos queremos formar.

El mayúsculo reto de la ya alargadísima transición democrática será precisamente la de las nuevas ideas políticas. La reconfiguración que, aunque pragmática es útil y finalmente el único canal disponible, podría servir también para la incorporación de ideas que provengan de fuera de los métodos tradicionales de los partidos, para configurar sus plataformas, encuentren eco de materializar una propuesta novedosa. Es desde la ciudadanía libre, crítica y autogestora que los partidos podrían fortalecerse. La estrategia de rescatar a los perfiles refritos políticos o de aliarse de manera contranatura, solo pensando en las próximas elecciones, no constituye la altura de miras que el país demanda. Ya que bien valdrá la pena preguntarles si al pedir el voto lo harán desde todo aquello que alguna vez criticaron de sus ahora aliados o solo arguyen una coyuntura para ganar votos.

Se necesita elevar el nivel de propuestas y contrapropuestas. Donde pesen más las ideas y los perfiles, que las ideologías y los partidos.

José Cristian Urrutia Negrete
José Cristian Urrutia Negrete
Licenciado en administración pública por la Universidad de Guanajuato, Director General del IMAP, maestrante en política y gestión pública en la Universidad Iberoamericana León, profesor universitario, instructor-capacitador y miembro fundador del Colegio de Administración Pública de Guanajuato Capital, A.C. Twitter: @urrutianegrete

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