- Publicidad -
domingo, abril 20, 2025

CRÍTICA: La nueva película de Space Jam es pornografía corporativa inmunda.

Space Jam (Joe Pytka, 1996) dista de ser una buena película, para tragedia de muchas personas de mi generación que han tenido esta plática conmigo. Seamos honestos, es un comercial rebuscado que no parece entender la gracia de los Looney Tunes… pero también visto de esta forma, no hay muchos comerciales mundanos como este: Corto, directo a lo que es, sin una pretensión más que la de vender una imagen atractiva tanto para el estudio como para Michael Jordan, quien dicho sea de paso se encontraba en su punto cumbre como deportista e ícono dentro de la cultura popular. Este era un evento para celebrar su imagen y que sólo pudo haberse gestado durante los avances no precisamente tecnológicos dentro del cine, sino en las formalidades y convenciones mercadológicas de los noventas, no por nada el sitio oficial de la película perdura como una piedra angular de los inicios del internet.

Precisamente esta condición singular, es la que hizo de Space Jam una película sin posibilidades de ser una franquicia frecuente dentro de los cines, después de todo ¿Quién podría llenar los zapatos de Michael Jordan?

El estudio por supuesto que lo intentó, en múltiples producciones sin lograrse con otras estrellas del deporte todo para terminar con una película de los Looney Tunes dentro del nuevo siglo –Looney Tunes: De vuelta en acción (2003)– mucho más ambiciosa y dirigida por la persona indicada para el encargo –Joe Dante, el mismo tipo que dirigió las dos películas de Gremlins– quien para su desgracia,la presión del estudio en entregar algo similar a la película anterior que no conectaba con su entendimiento y aprecio de los personajes hicieron de esta producción una tan atropellada, que se percibe de inmediato, y que además acabó con la credibilidad de Dante para grandes producciones.

Han pasado 18 años desde el último intento, y 25 desde Space Jam. La gente que la vio de niño ahora se encuentra dentro de los rangos de edad y solvencia económica que perfila un adulto, y entre los que crecieron añorando la película se encuentra Lebron James, quien ha hecho hasta lo imposible para que una nueva entrega de Space Jam fuese posible, lo cual termina diciendo más allá de esta condició nostálgica, porque en realidad Lebron James está perfilando alcanzar lo que no es: ser Michael Jordan.

Space Jam: Un nuevo legado es una aberración. Es una película igual de problemática que la anterior entrega de los personajes pero sin algún atisbo de alma o de cariño, un ejercicio corporativo descarado, obsceno y que traduce la escena de cuando el Pato Lucas se besa el ano con el logo de Warner Bros en una película de 2 horas de duración.

7 personas están involucradas en el guión de esta película, y de alguna forma se siente más vacía que la Space Jam original, presentando 3 vertientes problemáticas que no logran darle una lectura siquiera entretenida y mundana. Lebron James termina mostrando que esta dedicación al deporte y al sueño de ser recordado es algo que no tiene… pero por supuesto que cuenta con los millones de dólares suficientes como para poder construir dicho legado e identidad como ícono. Esto es ridículo, porque James aparentemente es la persona más importante del universo y por lo tanto, la película se empeña en mostrarnos y presentarlo como un hombre ordinario el cual es incapaz de hacer.

Mucha crítica se encontraba hacia Michael Jordan en la original por su actuación acartonada, pero es que Lebron James le dice que su nivel de cartón es miserable y termina ofreciendo una incapacidad interpretativa en todo nivel: no se siente cómodo en el mundo real siempre con una cara de nerviosismo, con personajes animados parece no entender el énfasis corporal y peso de estos a menudo mirando hacia otro lado -con la misma cara de piedra- e incluso cuando sólo tiene que ofrecer su voz en una versión aminada es incapaz de vociferar una reacción creíble como cuando cae de un barranco y parece estar más aburrido que un niño en la fila del supermercado.

Esta revelación actoral de alguna forma parte del interés de Warner Bros. porque ahora el estudio forma parte de un personaje… y aquí el artilugio más malsano de Space Jam: Un nuevo legado forma identidad en una modalidad asquerosa de cómo el estudio piensa sobre sus propiedades intelectuales y el uso de algoritmos que es algo que sufrimos en la vida real. Si el algoritmo del estudio -interpretado magistralmente por Don Cheadle quien está teniendo el papel de su vida- está enamorado de Lebron es porque lo quiere poner dentro de sus franquicias sin entender precisamente el valor individual dentro de cada una, y es algo que constantemente ha demostrado hacer Warner Bros en el pasado con otras películas similares.

Así, el viaje de Lebron por conseguir un equipo de basketball lo termina moviendo a través de propiedades que el estudio se jacta de tener pero que es incapaz de entender o incluso extender, más allá del vacío popular que representan los mismos rostros de siempre. Te terminas cuestionando cómo es que La mujer maravilla tiene un universo separado de DC Comcis cuando esta pertenece a dicho universo, o de cómo Warner Bros le ha quitado la identidad ácida y crítica a Rick y Morty en un cameo sin gracia, o de cómo al final todo termina valiendo un carajo porque lo importante en el duelo de baloncesto no es el juego en sí, sino en los múltiples personajes del estudio que termina arrojando al escenario para que la gente termine distraída tratando de adivinar quién es quién dentro de una serie de cameos extremadamente glorificados sin sentido y a los cuales para terminar de aderezar en esta serie de pésimas decisiones, no tienen una dirección dentro del punto de vista, por lo que todos están mirando a diferentes parte y reaccionando de manera extraña y fuera tanto del personaje como del escenario.

Y es que si Warner Bros piensa que usar al personaje de la hermana Jeanne (Vanessa Redgrave) de la obra maestra que es Los demonios (1971) de Ken Russell es darle prioridad a la historia del estudio… cuando en realidad se trata de una película prohibida que constantemente quieren borrar de su catálogo e imposibilitan de ver de manera legal rechazándola, deja claro que la selección de personajes -que además parecen botargas de fiesta de graduación- haya sido por un becario que se puso a ver la lista de películas del estudio sin precisamente entenderlas y darles espacio y respeto suficiente.

Oh… y por supuesto, los Looney Tunes, las figuras que se supone deberían salir airadas al lado de Lebron James. Irónicamente en la trama el algoritmo de Warner Bros los depoja por considerarlos inferiores y poco útiles, y eso es lo que precisamente pasa con ellos: son meros adornos ya que el estudio todavía no les tiene confianza como creadores de espectáculos y gracias, y por lo tanto son despojados de sus personalidades y modalidades en gran parte repitiendo el argumento de la anterior película de no ser ellos mismos en el primer tiempo hasta que valoren la confianza que por alguna extraña razón, ya no tenían.  Salvo escenas individuales los personajes siempre se encuentran inmóviles sin alguna interacción o gag, y tristemente terminan abandonando el tradicionalismo que los representa: la animación en 2D, porque Space Jam: Un nuevo legado no tiene tiempo para realzar las bondades de un arte casi perdido en el cine, eforzándose en mostrarlos por computadora en un lío orgiástico de colores y personajes que no es para nada disfrutable.

Lo peor es que, no logran ser graciosos. La película tiene un énfasis en hacer parodias constantes a las propiedades intelectuales del estudio presentando a los personajes dentro de otras películas de manera constante y sin darles una proyección y peso más que la de presentación para pasar al siguiente en turno. Estos ejercicios de demostrar la valía de Warner Bros, no pasa de las mismas películas, dando además una lectura pobre del catálogo… quiero decir, ya tenemos 23 años con parodias de Matrix (Lana y Lili Wachowsky 1998), 4 chistes con la dueña de Piolín abonan nada.

Space Jam: un nuevo legado más que ser una mala película por donde se le vea, me parece que es peligrosa, porque la noción de curaduría por algoritmo vacía e inocua, sacada de cualquier contexto socio cultural que el proyecto tenga es lo que le importa al estudio y que deduce que es lo que quieren las audiencias.. y por lo tanto, futuras generaciones. Los Looney Tunes originales eran irónicos, crueles, violentos y genios de la comedia, se burlaban del star system y de las percepciones del campo de la animación y su competencia, y eso los hace más memorables y parte de por qué los queremos ver en pantalla grande… pero jamás se habían prestado a un servicio de prostitución tan descarado como el proyecto de ego de Lebron James.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO