En teoría regresan todos los elementos que hicieron funcionar a thor tras la llegada de waititi… sin embargo, no es el mismo resultado: La nueva película de Thor es tan inconsistente para su propio beneficio.
La llegada de Taika Waititi a las filas de Marvel es algo que todavía divide a las audiencias. Waititi es conocido por una serie de comedias kiwis simplonas pero de gran corazón y bastante logradas y sus sensibilidades y atinadas virtudes dentro de la bufonería le vinieron como anillo al dedo al personaje de Thor, el cual nunca había logrado cuajar entre las anteriores dos entregas, siempre sirviendo como un escalón más a esta condición capitular de la franquicia empobreciendo su potencial como personaje y su universo.
Thor Ragnarok curiosamente fue una película que también sirve como escalonada al conflicto final que el estudio había estado preparando desde hace 10 años, pero también es una rareza en donde las condiciones y visiones autorales de Waititi prevalecieron por sobre todas las cosas y que hicieron de la película francamente en una bastante divertida y en donde yo me pongo de su lado, al grado de tener conversaciones extensas con personas que la han menospreciado de ser una burla y que no se toma en serio.
Esa tercera parte de Thor -suelo mencionar- poseía entre su estupidez un razonamiento crítico muy atinado sobre el colonialismo que los asgardianos generaron y de cómo estos pecados del pasado quedan relegados como parte de una historia inconsecuente borrada por la suavidad de nuevas lecturas a los mandatarios, y eso es genial.
La cuestión es, que encuentro difícil razonar la misma función dentro del argumento y subtexto en esta nueva Thor: amor y trueno.
Thor: amor y trueno es primera es otra entrega de Waititi, pero este ha cambiado demasiado. De la anterior Thor a esta el director neozelandés ha tenido más participaciones dentro de las esferas del blockbuster e incluso ha tenido un reconocimiento de parte de la crítica glamorosa gracias a su premio de la Academia otorgado por su guión en Jojo’s Rabbit del 2019, película extremadamente controversial entre la crítica profesional no precisamente por sus temas que involucran el relato de un niño de la juventud hitleriana, sino por sus aproximaciones dentro del humor satírico.
Estas apariciones de Waititi ciertamente lo han puesto en un reflector y con ello también ha intentado aproximarse más y más a un crédito creativo en sus películas, por lo que no es sorpresa alguna de que con un premio de la Academia Waititi tuviese las suficientes credenciales para Marvel de dejarlo escribir la nueva película del superhéroe rubio.
Y aquí es en donde empieza un distanciamiento de calidad notorio.
Tuve que repasar Thor: Ragnarok al término de Thor: Amor y Trueno, porque ciertamente hay una diferencia abismal de resultados bajo la misma fórmula y encuentro que el beneficio de Ragnarok precisamente se encontraba bajo el carácter no participativo de Waititi en el guión, que corría a cargo de Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher L. Yost. Waititi en esta ocasión entrega casi toda la idea salvo algunas participaciones del primer borrador de parte de Jennifer Kaytin Robbinson, y apunta algo extremadamente complejo y que se vislumbra como impotente y severamente reducido por el corte final.
Cunado mejor funciona, se ven las influencias de Waititi bajo esta dinámica de superhéroes estúpidos replegados en un ambiente barato y pulp, con semejanzas a la torpeza de Flash Gordon (1980) de Mike Hodges o de la sensualidad de Barbarella (1968) de Roger Vadim, películas enteramente artífices y pop que le quedan como anillo al dedo y sobre todo, en su intención de generar una comedia romántica mejor lograda a través de un montaje que demuestra la evolución entre Thor (Chris Hemsworth) y Jane Foster (Natalie Portman).
El problema radica en la poca relación del humor y tono fársico en elementos que realmente son bastante interesantes y serios o críticos que Waititi deja de lado.
El cáncer de Jane es acelerado y su relación con lo divino es desencadenante de su nuevo manto como diosa del trueno, pero no existe un impacto sobre la percepción de Thor a quien constántemente tiene más problemas de relación con su martillo en un chiste constante. Nueva Asgard y el trabajo de Valquiria (Thessa Thompson) muestra una gran idea de esta radicalización comercial de su pueblo que ahora es un parque de diversiones y que su reinado ahora impera bajo lineamientos alejados completamente de la monarquía y más en un sentido oficinista, pero esto es dejado de lado y sin un cierre para que también su personaje simplemente sea un arrimado más dentro de la campaña de los dos Thors.
Incluso el más afectado y por desgracia termina siendo Gorr a través de Christian Bale. Si bien Amor y trueno canibaliza dos historias de los cómics, su aproximación del villano en turno fue a través de la corrida de Jason Aaron y francamente es un desperdicio. Descontextualiza a Gorry su relación con tres Thors pero lo deja desplegar en su relación de odio a los dioses que no le otorgaron nada a él y a su pueblo, en una constante agonía por la pérdida que sufrió y que adquiere una apariencia monstruosa y de aspiraciones casi bíblicas -retorciendo estas condiciones de caprichos divinos tal y como los mitos y religiones pragman de sus dioses- pero su plan es bastante confuso, sus apariciones minúsculas, su relación con el héroe sólo es aproximada por necesidades de clausura en el tercer acto y es muy frustrante.
Waititi ha mencionado que su corte original era de 4 horas y se nota, porque esta Thor trata de sostener radicaliza sus temas centrales con lo que puede sin éxito y termina ahogada en sus pretensiones… y está el aspecto visual.
Mucho se ha dicho de los precarios efectos especiales de esta y las entregas de Marvel de los últimos años y es una situación que tiene aristas bastante graves dentro de la explotación de los trabajadores de efectos especiales que no reciben ni el tiempo ni presupuesto adecuado, encima de las presiones del crunch para cuando a los creativos se les ocurre algo que deben generar a semanas del estreno de la película. Es algo notorio y que de parte del director que ha realizado mofa al respecto, en realidad no ayuda a entender el panorama y sí permite entender no sólamente el distanciamiento de este frente al crew técnico post producción, también del alejamiento del propio Waititi en la propuesta de montaje y de escenas de acción.
Y eso es muy notorio. Esta nueva Thor tiene muy pocas escenas en donde se siente una implementación creativa no sólamene en los efectos sino en la puesta en escena, a menudo dependiendo de momentos que pasan como una escena de videojuego sin gracia o con fortalecimiento del lenguaje audiovisual. Esto incluso afecta a las decisiones del soundtrack porque son canciones que son elegidas sin un contexto dentro de la escena ni tampoco aproximadas bajo un montaje adecuado y rítmicos (de hecho tengo la teoría de que la mayoría del insultante presupuesto de esta Thor se fue en licenciar 3 canciones de Gun’s Roses). Son caprichos de nuevo, condicionados a que una película de 4 horas queda exprimida a la mitad de lo que debía de ser.
Es muy curioso el cambio de las percepciones: si antes Waititi se acercaba a un capitular de Marvel que a nadie le interesaba y ofrecía una visión bastante atinada de humor y acción, ahora con mayor libertades no hay un rigor más que el de un proyecto de ego… que termina siendo una película a la que nadie le interesa. Va a generar ingresos y sigue alimentando a esta máquina industrial de efectivismos sensibles que es Disney, pero esto ya es cansado a un punto que, realmente no se siente una dirección de fondo a lo que intenta llegar el estudio más que la de la conquista de taquilla en un panorama bastante desolador.
Tibieza, el sinónimo perfecto de este tipo de películas.
https://www.youtube.com/watch?v=iVrJKAtGIeo