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jueves, marzo 28, 2024

De hábitos alimentarios inadecuados a la adicción a la comida

Por Ana Olivia Caballero*

 

¿Tienes sobrepeso y no quieres dejar los chocolates? ¿Hace años que te diagnosticaron diabetes pero no has podido dejar el pan dulce? Ciertamente, para nosotros los mexicanos, la comida es una experiencia de vida, un placer culinario, pero en ocasiones nuestro consumo termina dañando nuestra salud. Vaya fecha que escojo para compartir estos temas , pero tal vez también podría dar pie a pensar en que el ”maratón Guadalupe-Reyes” no fuera la mejor opción y que estamos totalmente a tiempo no solamente para repensar nuestros propósitos de Año Nuevo, si no para redirigir nuestras elecciones alimentarias y de estilo de vida, de forma que responsablemente seleccionemos la comida, el ejercicio y otras conductas, mismas que también influyen sobre quienes están a nuestro alrededor, sobre todo los niños.

Es muy común encontrarse con personas que conocen lo que requieren comer y lo que deben de evitar, la actividad física que deben realizar y que, sin embargo, mantienen conductas alimentarias que les hacen daño y que aceleran la pérdida de su salud. Existen varias posibles explicaciones (revisen otras publicaciones de miembros del Colegio de Nutriólogos de León, en Zona Franca); sin embargo, quiero mencionar cuatro:

1) Resistencia al cambio de hábitos alimentarios inadecuados.
2) Consumo de alimentos de orden emocional.
3) Atracones.
4) ¿Adicción a la comida?

De acuerdo a la Fundación Española de Nutrición, los hábitos alimentarios son ”comportamientos conscientes, colectivos y repetitivos que conducen a las personas a seleccionar, consumir y utilizar determinados alimentos o dietas, en respuesta a unas influencias sociales y culturales”. Por supuesto que la adquisición de los hábitos inicia en la infancia y en el seno familiar. Los niños aprenden lo que en casa observan. La cultura, la economía y los factores sociales que imperan en casa influirán sobre la forma de comer del niño, así como también su ámbito escolar y la publicidad a la que tiene acceso. Sin embargo, conforme pasa hacia la adolescencia, el papel de la familia pierde importancia y la cobra el de los amigos o pares y las situaciones sociales, con una gran influencia de lo que se considera como referencia de estética corporal.

Un conjunto de investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública publicaron el año pasado hallazgos de la Encuesta Nacional de Salud Nutrición de Medio Camino, 2016, en los que reportaron por grupos de alimentos cómo es el consumo en distintos grupos de edad y condiciones socioeconómicas. Dentro de los datos interesantes de esta publicación encontramos que, de acuerdo a las cantidades recomendables, en general, la fruta es consumida en promedio por 43.4% de los preescolares, 45.7% de los escolares, 39.2 de los adolescentes y 51.4 de los adultos; por su parte, la verdura por un 18.5%, 22.6%, 26.9 y 42.3, respectivamente. ¿Se fijan qué porcentaje tan bajo? Prácticamente menos del 50% de la población consume estos alimentos diariamente. Por otro lado, el consumo de botanas, dulces y postres está en 62.5% en preescolares, 61.9% en escolares, 59.4% en adolescentes y 38.0% en adultos. Por supuesto que esto favorece de manera importante el desarrollo del sobrepeso y la obesidad, que sabemos que es un problema serio de salud pública en nuestro país.

¿Por qué nos resistimos a cambiar los hábitos? Por un lado, porque no siempre contamos con la información necesaria y suficiente para tomar decisiones adecuadas con respecto a nuestra salud; es por esto que es muy importante acercarnos a los profesionales de la salud, en específico de la nutrición, de modo que con su acompañamiento venzamos la resistencia al cambio. Por otro lado, sucede que para algunas personas es más fácil sostenerse en lo conocido, aunque haga daño, que incursionar y esforzarse por algo nuevo y diferente a lo que comúnmente hacemos. Para otras, es complicado modificar las conductas por la falta de apoyo familiar o social, o porque viven en un ambiente obesogénico, lo que significa que hay muchos estímulos alrededor que nos llevan a tener conductas que favorecen el sobrepeso y la obesidad. En otros casos, existen ganancias secundarias a esos hábitos inadecuados: la recompensa inmediata de saciar el hambre, el consumo sin restricciones de alimentos ricos en azúcares y grasas (lo que refuerza nuestro hedonismo), y dar satisfacción a nuestras emociones. Hay seguramente varios más, que cada lector podrá aportar, pero en aras de acotar pasemos al consumo emocional de alimentos.

De acuerdo con las Dras. Mallory Frayn y Bärbel Knäuper el consumo emocional de alimentos es la tendencia a tener una ingesta alta de alimentos en respuesta a emociones negativas, lo que se asocia con un incremento en el peso corporal, tanto en la ganancia en el tiempo, como en la pérdida del mismo y en el mantenimiento de lo que se logró perder. El comer emocional es una respuesta a emociones difíciles y estresantes; algunas personas refieren que es una forma de calmarse; como el problema de origen es mental, si no se trabaja esta área adecuadamente, el hecho de meramente comer no arreglará la situación.

Lo mismo ocurre en el caso de los atracones. Según el DSMV, que es el manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales de la Asociación Americana de Estados Unidos, un episodio de atracón se caracteriza por los siguiente: 1. Comer, en un período discreto de tiempo (ejemplo, dentro de cualquier período de dos horas), una cantidad de alimento que es definitivamente más grande que la que la mayoría de los individuos podrían comer en un periodo similar de tiempo , bajo condiciones similares . 2. Una sensación de falta de control sobre el comer durante el episodio (ej, una sensación de que uno no puede parar de comer o controlar lo que o cuánto se está comiendo). Los atracones se presentan en la bulimia y en el trastorno por atracón. En ambos casos, el tratamiento es multidisciplinario, fundamentalmente psicoterapéutico y con apoyo nutricio y médico.

Finalmente, se ha propuesto también la posibilidad de tener -adicción a alimentos-. La Asociación Americana de Psiquiatría define a las adicciones como: ”Condición compleja, una enfermedad mental que se manifiesta por un uso compulsivo de sustancias a pesar de las posibles consecuencias dañinas.” Las personas con adicción (desorden severo de uso de sustancias), se enfocan intensamente en el uso de cierta(s) sustancia(s), como alcohol o drogas, al punto que les quita la vida. Estas personas mantienen el consumo de alcohol o drogas, a pesar de que saben que causan problemas. Para algunos autores, esto exactamente puede ocurrir con los alimentos. Sin embargo, para otros, la noción de adicción a la comida es una hipótesis que carece de evidencia concluyente y cuyo estado es controversial. Podría ser un término poco útil si las personas no se hicieran responsables de sí mismas por pensar que, al ser una condición psiquiátrica, una pastilla resolvería todo. Además, la literatura que existe hoy día con respecto a este tema se basa fundamentalmente en modelos animales, con lo que hace falta mayor investigación en seres humanos.

Como conclusión, comer adecuadamente es una necesidad para estar saludable, así como lo es realizar ejercicio y dormir lo necesario. Si te identificaste con algo de lo aquí escrito, busca a un profesional de la nutrición para la valoración de tu alimentación y estado nutricio. Muchos de estos profesionales están capacitados en técnicas para el cambio de conductas alimentarias y de estilo de vida, lo que favorecerá tu salud presente y futura.

*ANA OLIVIA CABALLERO LAMBERT Miembro y expresidenta del Colegio de Nutriólogos de León. Nutrióloga Clínica, máster en Psicología Clínica. Entrenamiento en trastornos alimentarios. Educadora en Diabetes. Profesora de la Universidad Iberoamericana León, consultora privada. Coach nutricional.

 

REFERENCIAS:
Fundación Española de Nutrición. Hábitos alimentarios. Disponible en : http://www.fen.org.es/blog/habitos-alimentarios/. Consultado el 19 de diciembre de 2019.
Montero Bravo A., Úbeda Martín N., García González A.. Evaluación de los hábitos alimentarios de una población de estudiantes universitarios en relación con sus conocimientos nutricionales. Nutr. Hosp. [Internet]. 2006 Ago [citado 2019 Dic 23] ; 21( 4 ): 466-473. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112006000700004&lng=es.
Gaona-Pineda EB, Martínez-Tapia B, Arango-Angarita A, Valenzuela-Bravo D, Gómez-Acosta LM, Shamah-Levy T, Rodríguez-Ramírez S. Consumo de grupos de alimentos y factores sociodemográficos en población mexicana. Salud Publica Mex 2018;60:272-282.
Frayn, M. & Knäuper, B. Curr Psychol (2018) 37: 924. https://doi.org/10.1007/s12144-017-9577-9
APA. Manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales, DSMV. Editorial Médica Panamericana, España, 2014.
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Blundell J, Hooper B. Food addiction: what is the evidence? Nutrition Bulletin, 39, 218–222; DOI: 10.1111/nbu.12092

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