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martes, abril 23, 2024

Delincuente… ¿Nace o se hace? ¡Lleguemos al origen!

En Guanajuato, siendo siglo XXl, aún tenemos el reto de garantizar la conclusión de la educación básica. Aproximadamente sólo el 60% de la población en nuestra entidad, cuenta con la secundaria terminada, según cifras del INEGI. Reitero, siendo siglo XXl, es un porcentaje extremadamente bajo.

En mi experiencia como directivo general de un proyecto educativo con los tres niveles de educación básica, y además, nivel medio superior, en San Juan de Abajo…encuentro que precisamente por la naturaleza de la Institución -sin fines de lucro- totalmente dedicada al sentido más trascendental de la educación, que es la construcción y evolución de la persona para la mejor versión de sí misma, es que fue y es posible llevar del primer año de vida del colegio, una población escolar de 117 estudiantes, a casi 400 en mi último ciclo de gestión directiva -no dándole crédito a mi persona, sino haciendo referencia de estadística estudiantil con referencia cronológica- aprendiendo de las ventajas de hacer proyecto integral educativo y orientativo no sólo para estudiantes, sino también para sus familias.

No hablo de que una Institución Educativa sólo funciona cuando no tiene interés lucrativo, sino que hago mención de que a un proyecto como en el que tuve la oportunidad de colaborar, le ayuda mucho que no haya más preocupación que el estudiante al centro -como lo dicta de hecho el Modelo Educativo 2016 de México- teniendo por otro lado, a la educación pública, donde una serie de dificultades y retos, complican la calidad de esta.

Siempre hay docentes en el sistema público, que están más preocupados por sus derechos y beneficios sindicales, que por hacer lo correcto cuando nadie los ve. Como planificar con calidad sus clases con la debida formalidad y anticipación, tomando en cuenta estrategias innovadoras de aprendizaje, priorizando a su vez en el proceso educativo el fortalecimiento del vínculo como lo propone, por ejemplo la teoría del apego, en psicología, donde en resumen, lo que se busca es ofrecer a las y los menores, así como a las y los adolescentes, figuras adultas orientadoras y proveedoras de apoyo, seguridad y confianza.

Pero y qué tiene que ver esto con el tema… Y entonces, ¿El delincuente nace o se hace?
Pues tiene que verlo todo: Decir que se nace delincuente, es una total incorrecta y violenta aseveración que daría por hecho que, bajo ciertos factores, se condicione a la persona para que naciendo bajo ellos sea ley que la persona vaya a delinquir. ¿De qué hablaríamos? ¿De pobreza? ¿De ser hija o hijo de personas que están inmersas en actividades ilícitas?
Asegurar que bajo esas circunstancias una persona puede delinquir, sería no contemplar los casos de personas que nos hacen recordar que las ciencias sociales, no son ciencias exactas.

Existe la resiliencia, que bajo determinadas circunstancias y potenciada bajo ciertos recursos de apoyo de la persona, aún viviendo indicadores de riesgo y como aquellos que mencionamos anteriormente, podrían demostrar que no precisamente serán siempre detonadores de futuros delincuentes…

Pero sí, estadísticamente no nos podemos mentir, la pobreza y la marginación social están íntimamente relacionados con la potenciación de riesgos psicosociales, pero no bajo prejuicios elitistas, clasistas, o discriminatorios, sino por la obviedad del tema: El bajo nivel educativo o de preparación, aumenta el riesgo que por desconocimiento y ausencia de ambición de superación facilitaría a la persona desarrollar su vida dentro de actividades ilícitas.

Cuando el estado carece de estrategia dentro de la política pública educativa, para contener a su población que por edad legal cautivamente debiera dedicarse a estudiar, ha perdido su principal obligación en materia de transformación social, e incluso, de orientación familiar.

Necesitamos gobiernos y líderes educativos que cautiven a niñas, niños y adolescentes, así como a las madres y padres de familia, sobre todo en los contextos vulnerables socialmente, para persuadirles a ilusionarse con vida mejor que podría ser posible gracias a la buena formación y educación, pese a todo sacrificio que por ello -y en medio de tanta dificultad- tendría que afrontarse.

Reitero, fue algo que viví junto con todo el equipo de profesionales con que se hizo equipo tantos años, y que hoy, siguen ahí, haciendo fuerte a esa causa, para esas familias y esas nuevas generaciones.

Este es un México, y una América Latina, llena de adultos que, en mayor o menor medida, son producto de una humanidad lastimada por el desconocimiento y por la repetición de patrones negativos en la crianza.

Podría parecer que tengo una visión un tanto exigente y utópica hacia la responsabilidad del gobierno y de la cobertura educativa, y que, a su vez, exime de la responsabilidad a la familia, y/o a las madres y padres respecto a sus hijos, pero, como lo dije en la primera parte, siempre fue la familia a donde debíamos remitirnos: Es la primera responsable. Querida sociedad, adultas y adultos, madres y padres… Toca a quienes ejercen la responsabilidad al decidir formar una familia, velar por la formación y por el rumbo de la vida de sus hijas e hijos, mientras tengan edad para que ustedes cumplan con su responsabilidad, no sólo legal, sino trascendentalmente filosófica.

Pero es real, que mientras los gobiernos de América Latina no comprendan el diagnóstico social de nuestra población, no habrá marcha atrás: El delincuente no nace, SE HACE.

El delincuente se hace ante la ineficacia del sistema educativo que debe capacitar más y mejor en ciencias del comportamiento para que las y los trabajadores de la educación sepan vincularse con las y los estudiantes de manera más efectiva: Está comprobado que para que existan aprendizajes significativos, debe haber relaciones significativas (James Comer).

El delincuente se hace, cuando el estado genera políticas educativas inoperantes que mantienen al gremio docente ocupado en procesos administrativos, como el llenado de múltiples formatos que nunca se revisarán -a excepción de la planificación por lo que la misma busca e implica- y no dedicado a lo que debe: la guía y orientación de las y los educandos para el desarrollo de aprendizajes y valores.

El delincuente se hace, cuando el sistema judicial y de seguridad pública permanecen inmutados en las calles y establecimientos donde se pierden vidas a causa del tráfico y consumo de drogas.

El delincuente se hace, cuando no se regula la dignificación del salario y mamá y papá salen a buscar más medios laborales, que obviamente fuera de casa les harán perder atención a sus hijas e hijos.
Y podría seguir…Por lo que como cierre, pongo en la mesa: Ya hay verdades innegables, como la desatención en casa, el libre albedrío de adultos que no priorizan a sus hijos, madres y padres con algún tipo de adicción.

Sociedad y gobierno… ¿Qué haremos con eso?
Ante tanto acto y hecho, pero también omisión… Somos todos generadores en mayor o menor medida de la delincuencia.

Y quienes se dedican a delinquir, no pueden y no deben justificarse con mis líneas, pues al ser adultos pasaron por un desarrollo de consciencia -que independientemente de la vida compleja que les haya tocado vivir- sí generaron.

Saben lo que es vivir sin la paz de una vida tranquila y sin la preocupación de las consecuencias de un incierto futuro legal, y bajo la angustia de las relaciones que bajo ese medio se tienen.

Nos leemos la próxima semana, apreciables lectores, esperando de mi parte, que estén considerando hacer desde tu trinchera algo por la infancia que aún podemos salvar, más allá de sólo decidir bajar la computadora del auto.

Ricardo García
Ricardo García
Joven entusiasta, Político con causa. Psicólogo de formación, trabajador de la educación por convicción. Formador de Directivos Escolares. Columnista, Capacitador y Conferencista. Secretario Estatal de Asuntos de la Juventud del Partido Verde Guanajuato. Director de TRANSFORMA Consultoría.

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