A 25 años de haber sido fundado, el Partido de la Revolución Democrática se ha consolidado como el principal esfuerzo de unidad de las izquierdas del país que hoy representa la tercera fuerza política más importante, gobierna por sí sólo o en coalición 6 entidades y 286 municipios en 25 estados de la República, en los que habitan cerca de 25 millones de mexicanos, tiene presencia en la mayoría de los congreso locales y cuenta con 101 diputados federales y 22 senadores.
Para festejar el aniversario del PRD, en el que confluyeron varias expresiones de la izquierda histórica, el nacionalismo revolucionario que se escindió del PRI, encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, y múltiples organizaciones sociales y ciudadanos, se han organizado eventos para el diálogo, la reflexión y la autocrítica.
La conmemoración del aniversario del PRD tendrá lugar en el Teatro de la Ciudad y los festejos culminarán mañana, 5 de mayo, con diversas actividades en el Zócalo de la Ciudad de México, símbolo, en cuatro administraciones consecutivas, del ejercicio en el gobierno de sus principios de justicia, igualdad y equidad social, defensa de los derechos económicos, sociales, políticos y humanos; y de gobiernos eficaces y comprometidos con la gente.
No es posible entender los últimos 25 años de historia del país sin valorar las aportaciones del PRD a la transición y consolidación democrática, la alternancia partidista, el respeto al voto y la organización de elecciones equitativas y transparentes.
Tampoco sin sus esfuerzos por impulsar las becas salario; el apoyo a madres solteras; a los adultos mayores; a la educación, salud y la seguridad social; la transparencia y rendición de cuentas en el ejercicio del gasto público; y la defensa de los derechos de los trabajadores, la diversidad sexual y la equidad entre hombres y mujeres, así como de los recursos naturales, entre ellos los energéticos.
Con las aportaciones del partido se ha reforzado el combate a la corrupción y se han construido instituciones tales como el Instituto Federal Electoral -ahora INE-, el Instituto Federal de Acceso a la Información y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, entre otras.
La participación del PRD ha contribuido a la modernización de nuestro marco jurídico para consolidar, ampliar y garantizar el derecho a la seguridad social, al empleo decente, la vivienda, la alimentación, la libertad de expresión, el acceso a la información y la defensa de las niñas, niños, adolescentes y adultos mayores, y del medio ambiente, entre otros avances.
La lucha electoral del PRD consiguió, junto con la movilización social y política más amplia y diversa, romper la hegemonía del PRI en el gobierno; y su participación permitió que desde 1997 ninguna fuerza partidista tenga mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, lo que obliga al diálogo y a los acuerdos.
El camino no ha sido fácil, recordemos que a partir de su surgimiento, gracias a la decisión del Partido Mexicano Socialista (PMS) de cederle su registro; el PRD ha pagado altos costos sociales y políticos, los más graves, el asesinato de al menos 500 militantes durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, así como la alianza del PRI, PAN y poderes fácticos para impedir la llegada del PRD a la presidencia de la República en 2006 y 2012.
En estos procesos, el PRD enfrentó elecciones inequitativas, campañas de descalificaciones, represión, dificultades para acceder a los medios masivos de comunicación, y la ofensiva de grupos de poder mediante recursos financieros de origen inexplicable y propaganda excesiva y negra en contra del candidato presidencial perredista, situación que fue confirmada con la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
A pesar de estos obstáculos, la contribución a las reformas, el hecho mismo del encuentro entre el socialismo y el nacionalismo revolucionario, ha ido generando la dinámica, el esfuerzo y la construcción de un partido con capacidad de ser gobierno.
En el presente, el PRD prioriza el diálogo y los acuerdos políticos e impulsa reformas legislativas que fomenten la participación ciudadana en las decisiones públicas, la competencia económica, la creación de empleos, la distribución equitativa de los recursos, la impartición de justicia, el desarrollo regional y nacional; y ante la profundización de la desigualdad social, propone luchar por el rescate y fortalecimiento de lo público.
En la agenda del PRD ocupan lugar central la lucha por el bienestar, la inclusión y el desarrollo económico y social; el acceso a servicios de telecomunicaciones y radiodifusión de calidad y más baratos, más y mejores ofertas de información, como la creación de nuevos canales de televisión; el libre acceso a las nuevas tecnologías de la información y su carácter público y social, así como el combate a la inseguridad y al crimen organizado desde una perspectiva integral, entre otros objetivos.
Estamos empeñados en impedir el saqueo de nuestros recursos naturales y en revertir la privatización de los hidrocarburos del país mediante la Consulta Popular.
Un balance no se concibe sin la autocrítica. La misma conformación ideológica y plural que dio origen al partido, lo ha llevado a enfrentar debates intensos, incluso escisiones, en virtud de las diversas concepciones para enfrentar los retos y desafíos de nuestro país.
Asimismo, es pertinente reconocer que ha habido desviaciones graves de algunos militantes que han incurrido en corrupción y acciones ilegales contra las que hemos y seguiremos luchando.
Con la salida de Andrés Manuel López Obrador, el PRD enfrenta hoy uno de los retos más grandes de su historia, que lo obliga a replantear su dinámica interna, sus estrategias, organización y toma de decisiones, teniendo como principales valores la práctica democrática, el diálogo y la inclusión en las decisiones.
Creo que estamos ante la oportunidad para volver a construir un gran acuerdo, como el que permitió el surgimiento del PRD, para fortalecer las históricas banderas de la izquierda y seguir consolidándose como una opción de buen gobierno rumbo a las elecciones inmediatas de 2015 y 2018.
La mayor fortaleza de la izquierda está en su pluralidad y en su vocación de lucha por la justicia, la libertad y equidad social, desde cualquier trinchera.
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