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sábado, abril 27, 2024

El policía que Aurelio Nuño esconde

Aurelio Nuño erró al aceptar el cargo de Secretario de Educación Pública. Más que titular de la SEP, se asume como un jefe policiaco que recorre el país con un pelotón detrás. Vociferando aquí y allá, imponiendo decisiones, profiriendo amenazas, descalificando al magisterio, emitiendo órdenes de aprehensión, encarcelando líderes; y acatando dócilmente las instrucciones de Mexicanos Primero.

Incapaz de articular una estrategia integral para instrumentar eficazmente la reforma en materia de educación, Nuño se ha convertido en el policía de la reforma que amedrenta, amenaza, despide maestros y reprime estudiantes; sólo porque defienden sus derechos, demandan su salario, el pago de becas, plazas laborales o cuestionan las imposiciones gubernamentales.

Una evaluación al responsable de Educación Pública evidenciaría su incompetencia para ejercer el puesto, pero seguramente descubriría su vocación policiaca.

De entrada, no alcanza a comprender que la cruzada que ha emprendido en contra del magisterio viola los derechos humanos y laborales de los docentes protegidos en el artículo primero de la Constitución y en la Ley Federal del Trabajo. Está hundiendo a la escuela pública y parte de lo que con mucho esfuerzo se ha construido el sistema educativo nacional.

Con su tendencia a la confrontación, Nuño está descarrilando la reforma, golpeando a la escuela pública y la autoestima de los maestros; fomentando la inconformidad del magisterio y convirtiéndose en cómplice de quienes ven en la educación un jugoso negocio.

No entiende que si en algún lugar es necesario dialogar, escuchar, promover consensos y construir acuerdos entre los diferentes actores; es precisamente en el sector educativo.

Para que el sistema educativo nacional mejore sus resultados, es importante que los maestros cuenten con las mejores condiciones institucionales, laborales, profesionales y salariales para ejercer su labor; que exista una buena coordinación entre el personal directivo y docente así como la integración, en la toma de decisiones, de los alumnos y padres de familia.

Si los profesores llegan a sus respectivas aulas acosados por las autoridades, deprimidos, afectados en su autoestima, pensando que en cada ciclo escolar existe el riesgo latente de perder su empleo y que la SEP no les ofrece las condiciones idóneas para evaluarse; evidentemente que eso repercute en su desempeño y en la calidad del servicio.

A esta circunstancia, entre otras, se agregan las carencias elementales que tienen muchos centros escolares así como la ausencia de un nuevo modelo de educación, el fracaso de varios de los programas educativos implementados en el actual sexenio, las deficiencias del proceso de evaluación, las condiciones de marginación de las zonas en las que se ubican muchas escuelas además de la pobreza y desigualdad que enfrentan las familias de millones de alumnos.

Es de esperarse que, en conjunto, todas estas carencias afecten negativamente la calidad de la educación, la formación de los estudiantes y los resultados de la reforma.

A tres años del arranque de lo que en su momento la sociedad consideró como la mejor de las reformas aprobadas por el Congreso de la Unión, los beneficios de estos cambios legislativos aún no se perciben en el sistema educativo nacional y todo parece indicar que el logro de los objetivos quedará muy lejos de lo esperado, al menos en este sexenio.

Las recomendaciones del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), simplemente son parcialmente atendidas por las autoridades y, en el peor de los casos, ignoradas. El secretario atiende con más eficiencia las exigencias de Mexicanos Primero, organización vinculada a las escuelas privadas, empeñada en demeritar a la escuela pública y al magisterio.

No es casual que la Declaración de Lima, firmada por los países integrantes de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), registre que entre el 2000 y 2013 las matrículas en centros privados aumentaron en todos los niveles en América Latina y el Caribe, incluido México.

Nuño está lejos, muy lejos, de emular a José Vasconcelos, el primer secretario de Educación Pública del país, cuyo busto presume cada vez que con bombo y platillo propone uno de sus nuevos programas educativos.

Mientras Vasconcelos impulsó las Misiones Culturales, distribuyendo en forma masiva las más grandes obras literarias en todos los rincones de la nación con el decidido respaldo de los maestros y de los mexicanos; Aurelio Nuño recorre el país y las escuelas garrote en mano, imponiendo decisiones y amenazando docentes, cosechando la animadversión del magisterio y de los ciudadanos.

Con su tendencia a la confrontación, la falta de resultados y la soberbia con la que se han conducido en este rubro, Enrique Peña Nieto y los dos funcionarios que ha designado como responsables de la SEP; han despilfarrado la buena percepción que los ciudadanos tenían de la reforma.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre las Reformas Estructurales, elaborada en septiembre del 2014 por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, la reforma educativa contaba con mayor aprobación ya que tres cuartas partes de la población la aprobaban mucho o algo (76%).

Sin embargo, según una encuesta publicada el martes pasado por el diario Reforma, actualmente el 45% de los ciudadanos y el 48% de los líderes tienen una opinión desfavorable de la manera en que el presidente Peña Nieto está tratando el tema educativo.

Lo más grave de todo esto es que, mientras no se diseñe una política pública integral para hacer realidad los objetivos de la reforma constitucional y las leyes reglamentarias, se está dejando pasar una oportunidad histórica para fortalecer al sistema educativo así como la escuela pública y colocar a la educación como eje estratégico para promover el desarrollo del país con el fin de mejorar con ello las condiciones de desigualdad y pobreza que enfrentan millones de mexicanos.

Miguel Alonso Raya
Miguel Alonso Raya
*Miguel Alonso Raya es profesor, militante por las causas de la Educación Pública, la Seguridad Social, el Sindicalismo y el Partido de la Revolución Democrática.​ Ex diputado federal. ​Twitter: @AlonsoRaya_

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