La única manera en que el país pueda superar los graves problemas que enfrenta en este momento, es construir acuerdos y no imponer decisiones desde la Presidencia. Hay que colocar en el centro el interés público y el bienestar de las personas por encima de los proyectos personales y partidistas.
Pensar, como lo hace Andrés Manuel, que los problemas se resuelven por decreto es evadir la realidad y generar condiciones para que las crisis sanitaria, económica, y de seguridad; así como el desempleo, los cuatro principales flagelos que azotan a México, se agudicen.
Tres decisiones del Gobierno Federal ejemplifican la errada tendencia del Presidente a imponer decisiones sin escuchar propuestas alternas ni a las partes involucradas.
La primera fueron las reformas a la Ley del Instituto Mexicano del Seguro Social y a la Ley del Sistema del Ahorro para el Retiro, que priorizaron el beneficio de las Afores y del sistema financiero, por encima del interés de los trabajadores.
A pesar de tener pleno conocimiento que el sistema de cuentas individuales no garantiza una pensión digna, que se ha convertido en un lucrativo negocio para las Afores, que muchos países, incluso en Chile, de donde lo copió México, han buscado modelos alternativos; el Ejecutivo Federal optó por atender las propuestas de los empresarios.
No tomó en cuenta la opinión de los trabajadores, especialistas y organismos internacionales; y no le importó comprometer a largo plazo las finanzas del Estado, aún a sabiendas que esta determinación no resuelve de fondo el problema porque no lleva aparejada condiciones para ello, como el crecimiento económico, la creación de empleo y salario digno, el fomento de la inversión pública y privada, entre otros factores.
El otro tiene que ver con el outsourcing. Aquí fue lo contrario. Andrés Manuel no escuchó al sector empresarial y prefirió impulsar una propuesta que criminaliza a las empresas, en lugar de buscar alternativas que permitan garantizar los derechos de los trabajadores, evitar los abusos y la evasión fiscal; pero que al mismo tiempo proteja a los inversionistas que sí cumplen, se apegan a la ley y crean empleo.
Este el mismo escenario de la propuesta presidencial de aumentar el 15 por ciento al salario mínimo. La única manera de hacer viable un incremento de las percepciones de los trabajadores es tomando en cuenta la crítica situación en la que se encuentran las empresas por la pandemia.
¿Es posible concretar un aumento de 15 por ciento al salario mínimo ante la crisis económica prolongada y el cierre de actividades por el Covid-19?
Se ve muy difícil. De ahí la importancia de construir acuerdos. Todo mundo desea, y desde el PRD lo hemos impulsado desde hace muchos años, el fortalecimiento del salario mínimo.
Pero sería mucho más viable iniciar, con el consenso de todos los sectores involucrados, con un aumento del diez por cierto y a partir de ahí caminar hacía un incremento sostenido.
El diálogo, la construcción de acuerdos, el escuchar a las voces disonantes, tomar en cuenta la realidad y priorizar el interés público; son la única salida a los graves problemas de la nación. Empecinarse en imponer decisiones, ha llevado al país a un callejón sin salida.
Si el Presidente hubiera escuchado, por ejemplo, las voces que advertían que era necesario corregir las medidas de su gobierno contra la pandemia, en este momento no estaríamos lamentando miles de muertes, la quiebra de más de medio millón de empresas y la pérdida de casi 12 millones de empleos formales e informales.
Gobernar es hacer política en el más amplio sentido de la palabra. Lo otro es una vulgar ambición por consolidar un proyecto político que está llevando a México al abismo.
